La estrella roja olvidada
Dean Reed: el yanqui que fue ídolo en la Unión Soviética e interpretó el primer jingle del Frente Amplio
Un hombre con mil mitos a sus espaldas. Un personaje “insólito”, “eufórico” y “mega simpático”. Fue el introductor del rock en la URSS y el primer hombre que habló en inglés en la TV soviética. La gente de a pie y las cúpulas de poder lo idolatraron. En Sudamérica fue suceso, pero la persecución militar frustró su carrera. Fue una estrella de cine, pero su éxito no fue en Hollywood. Fue un galán al que le gustaban las aventuras. Fue un yanqui que calificó a los Estados Unidos de “país enfermo” y se dedicó a la música de protesta. Fue el que cantó el primer jingle del Frente Amplio en Uruguay. Fue Dean Reed: el ‘Elvis Presley’ comunista.
Nació el 22 de setiembre de 1938 en Wheat Ridge, un pequeño pueblo del estado de Colorado, Estados Unidos. Según el músico colombiano Carlos Moreno, autor del artículo Dean Reed: el “Elvis rojo”, estudió guitarra desde chico y cantaba a toda hora. Sus amigos lo alentaron a que abandonara las montañas y pisara los estudios de Hollywood. Su padre quería que estudiara una carrera como sus hermanos y que dejara la música. Pero sus sueños eran fuertes; él quería cantar.
En los años 40, fue conocido en su pueblo por sus conciertos de música country en los centros sociales y en la TV local.
Una mañana de 1958, con 21 años de edad, Dean prendió un “descapotable maltrecho” y marchó rumbo a la ciudad de las cámaras y las luces con un objetivo: vivir de su voz y su sonrisa.
Mientras iba rumbo a Hollywood, le ocurrió algo inesperado. Según registra el libro Comrade Rockstar de la escritora Reggie Nadelson, se encontró con un vagabundo que hacía dedo en medio de la árida carretera entre Colorado y Los Ángeles. Antes de subirse al auto, el linyera le prometió que, si le pagaba la pensión por una noche y le daba ropa, le pasaría un contacto muy importante en Hollywood. El joven cantante aceptó y tuvo suerte: el vagabundo lo hizo llegar hasta uno de los directores de Capitol, una de las firmas discográficas más importantes de la época. En enero de 1959, grabó su primer simple titulado The Search. Después, le siguieron otros.
De los discos pasó a los shows. Luego, al cine. Al llegar al emporio de las películas, le sacó provecho a sus ojos celestes, su porte de galán y su talento musical.
Ingresó en la Escuela de Estrellas de la Warner Brothers. Igual que todos sus compañeros, empezó como extra haciendo papeles menores para cine y TV. Pero Dean Reed nunca cuajó en ese mundo. Algunos dicen que era un “idealista antiviolencia” y que se negaba a usar armas en las películas. Otros, afirman que simplemente no se sentía a gusto en el ambiente.
Según el libro Comrade Rockstar, tres años después de haber pisado Los Ángeles, Dean decidió buscar nuevos horizontes. En su cabeza, empezó a resonar el nombre de un país del sur del mundo. Un paraíso en donde gozaba de toda la fama que no tenía en Hollywood. Un lugar en donde uno de sus primeros simples, Our summer romance, ocupaba los primeros lugares en los rankings de las radios. En 1961, contactó a un ejecutivo de la discográfica Odeon en Sudamérica, empacó y se fue a Chile. En la mañana siguiente luego de llegar a Santiago, cientos de chicas eufóricas se apersonaron en la puerta del hotel donde se hospedaba y coreaban a gritos su nombre. Mientras tanto, Estados Unidos lo olvidaba para siempre.
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Dean tenía dos hermanos: Dale y Vernon. El investigador Brian Shoemaker de la Universidad de Ohio entrevistó a Dale en mayo de 2002. La charla iba sobre la Antártida y los científicos. En medio de la conversación, y sin que el entrevistador supiera nada, reveló el secreto:
– Una cosa que nadie sabe es que tuve un hermano famoso, Dean Reed.
– ¿Usted era el hermano de un cantante famoso?
– Sí, Dean Reed. Hay un montón de libros sobre él y creo que Tom Hanks va a hacer una película sobre su vida. Lo podía escuchar en la Antártida cuando trabajé para el ejército. Fue una especie de Frank Sinatra en América del Sur por un tiempo. Y se metió en problemas con la CIA y otro montón de cosas que se supone no deberíamos estar hablando aquí.
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El músico Roberto Rivera es, desde hace más de 40 años, uno de los integrantes del grupo chileno Tiemponuevo. Sus letras, al igual que muchas del Elvis rojo, promovían la “revolución socialista”. Aunque en los primeros tiempos, el joven Reed estaba lejos de la hoz y el martillo.
Según Rivera, era “imposible” no saber quién era Dean Reed a principios de los años 60. “Llegó a Chile cantando canciones rockeras. Letras como ‘la niña tiene besos más dulces que el vino’ y cosas así. Eso era lo que le gustaba a la gente y lo tomábamos como un norteamericano que andaba dando vueltas por Latinoamérica”.
Reed también viajó a México y Argentina, en donde protagonizó sus primeros dos largometrajes. Rivera cuenta que el joven cantante aprendió español por su cuenta y hablaba muy fluido. Su filme más taquillero fue rodado en Buenos Aires en 1966 y se llamó Mi primera novia, en donde trabajó con el famoso cantante Ramón Palito Ortega y con la actriz Evangelina Salazar.
Fue estrella en Canal 9 de Argentina, en donde tuvo su programa musical llamado Varieté. Fue parte de El club del clan, unos jóvenes argentinos que marcaron época cantando canciones pegadizas y mucho twist. Sonaba en todas las radios. Sus shows se colmaban de jovencitas que gritaban por él. Entre 1961 y 1966, su vida se dividía entre Santiago de Chile y Buenos Aires, aunque también hizo conciertos en Perú, Brasil y Nicaragua. A donde iba, el público lo adoraba.
A la vez que el éxito lo abrazaba, ingresó en el mundo “revolucionario”. Su primera reacción “antiimperialista”, que tuvo amplia repercusión, fue en una manifestación en contra de la Guerra de Vietnam. Enfrente de la embajada de Estados Unidos en Santiago, sacó la bandera de su país y, según publicó la revista chilena The Clinic, dijo estas palabras:
“Esta bandera está sucia con la sangre de miles de mujeres y niños vietnamitas, hombres de la raza negra de los Estados Unidos, de los millones de gentes de Sudamérica. Como buen norteamericano que ama a su país, hoy en Santiago de Chile, lavo la bandera de mi patria”.
Metió la bandera en un balde con agua, puso detergente en la tela y la refregó. Según la publicación, la policía se lo llevó mientras él gritaba que quería hablar con el cónsul. La protesta fue reprimida con gases lacrimógenos y Reed fue citado a declarar en la justicia.
A partir de ese momento, se comenzó a ganar el agrado de muchos artistas de izquierda en Chile. Lo apodaron Mr. Simpatía, por su sonrisa perfecta y su pose siempre dispuesta a dar un abrazo.
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Roberto Rivera conoció a Dean Reed en febrero de 1971, en el festival de Viña del Mar, el evento más importante de Chile. Según cuenta, fue “una casualidad del destino”.
“Se armó un tremendo problema con nosotros, porque cantamos las canciones que cantamos. Y la gente reaccionaria empezó a reclamar y se armó pelea con los que nos defendían”, cuenta el músico. “De repente apareció el Dean Reed, que también estaba invitado a cantar en ese festival. Y como los organizadores no sabían qué hacer con nosotros, nos metieron en un camerino junto con él”.
Con su sonrisa abierta, gritos amistosos y un “¡Oh amigou!” entre medio, Dean se puso a conversar con Rivera y sus compañeros de Tiemponuevo. El gringo se interesó por el repertorio del conjunto chileno. Una de las canciones más conocidas del grupo era No nos moverán, un tema que se originó en el sur de Estados Unidos para protestar contra la segregación racial. Le cantaron algunas estrofas y Dean deliró.
Luego, le entonaron el tema Hemos dicho basta, una canción que llamaba a la revolución armada en contra del capitalismo. “Ni los propios yanquis nos pueden parar”, dice la letra. “¡Esa canción me gusta!”, replicaba el gringo.
Dean incluyó estas dos canciones entre sus twist de amor y canciones country.
La última vez que Rivera vio al gringo en Chile fue en junio de 1971. Luego de algunos shows juntos, el cantante chileno le entregó una copia escrita de las dos letras. Así se gestó el primer disco simple que Mr. Simpatía grabaría en el Uruguay.
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Luego de su episodio con la bandera estadounidense, en 1965 el joven vaquero decidió viajar a Helisinki para participar en el Congreso Mundial de la Paz, una especie de ‘junta’ en donde intelectuales y dirigentes de izquierda discutían temas y ‘formas de lucha’ para ‘mejorar el mundo’.
Según el cantante Carlos Moreno, en medio de abucheos y peleas entre el auditorio, Dean subió al escenario, agarró un micrófono y comenzó a cantar. Al ritmo de We Shall Overcome, les pedía a los delegados que unieran sus manos e hicieran coro. “Se bajó del escenario y tomó las manos del presidente de la Internacional Juvenil Comunista. Y la bronca pasó y la gente, mientras veía eso, se agarraba de las manos y cantaban con él”. Entre los delegados, estaba el escritor chileno Pablo Neruda. Días después, regresó a Argentina para seguir con el twist y el country.
Esta participación no le salió gratis. En junio de 1966, estalló una dictadura militar en Argentina y Dean Reed fue deportado. Se fue a Roma, en donde hizo tres películas “western” de bajo presupuesto. Pero su destino final estaba en el este pro-soviético. Según el documental Der Rote Elvis, el presidente de los jóvenes comunistas lo invitó a una gira por la URSS y los países del este. Así, nació el “Elvis rojo”.
Entre 1966 y 1970, Dean Reed labró su fama en el mundo comunista. Un artículo de la revista alemana Harpers & Queens reveló que el Kremlin financió una gira de tres meses y lo utilizó como forma de apagar el éxito de los rockeros occidentales, entre los que destacaban Los Beatles y Elvis Presley. Cantaba rock, era muy lindo y alentaba la revolución comunista: ¿qué más?
Según Harpers & Queens, “para algunos, Dean Reed fue un alcahuete de la burocracia soviética. Para otros fue un hipócrita que utilizó la política para satisfacer su ambición. Pero para millones de rusos, él fue su primera superestrella”.
Llenó estadios completos. Las canciones en español con acento gringo, el country y el rock de Elvis eran parte del repertorio habitual. En 1967, se hizo conocido por aparecer en el programa de fin de año de la TV Central Soviética cantando Elisabeth, uno de esos twist que hacían mover las piernas.
Pero el ‘Elvis’ tenía tela para cortar en Sudamérica. De regreso a Chile en 1970, se vinculó al partido de izquierda Unidad Popular (UP). El ‘cowboy sonriente’ cantaba la canción Venceremos, himno que identificó la candidatura de Salvador Allende para las elecciones de 1970.
El director de Tiemponuevo cuenta que Dean tocaba gratis en cárceles y barrios pobres de Santiago. Iba a los actos, pero nunca cantó en ninguno. Comenzaba, de a poco, a mezclar los twist pegadizos con la música de protesta.
A pesar de los méritos y de su fama en la URSS, en el mundo artístico “nadie lo tomaba en serio como un tipo de izquierda”. Era raro que un tipo se vistiera de Cowboy y fuera a un acto con una pistola en el cinto.
“Era un norteamericano sentimental que de repente se dio cuenta de que había gente pobre en Sudamérica. Para estas cosas hay que convencerse. Era simpático, pero no sabíamos cuál era su formación política”, dice Roberto Rivera. A pesar de que tenían buena relación con él, los artistas de izquierda en Chile lo miraban con desconfianza.
El vaquero de ojos celestes quería pertenecer al mundo de los artistas de izquierda, pero el twist no lo dejaba. El mismo Roberto Rivera afirma: “A mí no me importaba hacer amistad con él. Cantaba cosas que no tenían nada que ver con nosotros”.
Y Dean sentía la diferencia. En una entrevista con el programa 60 minutes de la cadena estadounidense CBS, manifestó: “No es contradictorio cantar un día temas pop o rock y al siguiente canciones políticas en un show solidario. Un cantante debe llegar al público más numeroso posible y con sus canciones no sólo debe darles valor sino también entretenimiento”.
44 años después, el director de Tiemponuevo considera que Dean Reed estaba “absolutamente convencido” de sus ideas. Según Rivera, Dean no quería aprovecharse del auge de la izquierda para ganar dinero. Tampoco era un espía de la CIA, como algunos decían. “Era sincero. Era su forma de ver la revolución. Muy a lo ‘show norteamericano’”.
El 4 de setiembre de 1970, Allende fue electo presidente de Chile. El 3 de noviembre, asumió como mandatario. Uno de los primeros artistas que abrazó al flamante presidente en la ceremonia de asunción fue Dean Reed.
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Era febrero de 1971. En Uruguay nacía la primera coalición de izquierdas en la historia del país. Surgía el Frente Amplio. Tras el triunfo de Allende en Chile, muchos palpaban la posibilidad de una victoria en tierras orientales. El ‘Elvis’ era uno de ellos.
Estuvo en Uruguay en tres oportunidades. Incluso, vivió en Montevideo entre agosto y octubre de 1971. Dos veces fue invitado por el Partido Comunista, según el cantante uruguayo Juan Des Crescenzio.
El cantautor Mauricio Vigil, cercano al Partido Comunista, le propuso a Dean grabar el jingle del nuevo partido para las elecciones de noviembre de 1971. El gringo aceptó y grabó su primer disco en suelo charrúa. El simple se llamó ¡No nos moverán!
El disco, con el logo oficial del Frente Amplio, incluía las dos canciones que había practicado con Roberto Rivera en Chile, pero con cambios. Adaptó el ¡No nos moverán! a la realidad criolla. “Con un golpe de estado, ¡no nos moverán!, con el Frente Amplio, ¡no nos moverán!”, cantaba el rockero revolucionario. En 1971, el Frente Amplio perdió las elecciones y en 1973, llegó un golpe militar.
Pero su vida en Uruguay no se quedó en 1971. Juan Des Crescenzio era el vocalista de la banda de candombe beat Sindykato. Estaba muy vinculado con el Partido Comunista y en 1973 conoció a Dean Reed en Montevideo.
“La gente del Partido Comunista nos dijo de acompañarlo a grabar un disco. Un señor que era americano, que nosotros no conocíamos. Nos fuimos a ensayar. De repente se apareció un tipo que parecía salido de una película”, dijo Des Crescenzio.
Luego de varios shows en Montevideo y Canelones, hicieron el disco Dean Reed en Montevideo, el único LP del gringo en tierras charrúas. En este disco, que fue grabado en los estudios Sondor, el cowboy dejó las flores y agarró la hoz y el martillo. Cantó temas de Víctor Jara y del cantante argentino Horacio Guaraní.
“Él tenía problemas con la pronunciación. Cantaba así: “Si callau el cantour, caollau la vidau”. Tratábamos de ayudarlo a pronunciar bien, pero cuando salía mal, nos matábamos de la risa juntos. Era súper simpático y una gran persona”, afirma el vocalista de Sindykato.
También supo conquistar las miradas de las uruguayas. “Una vez estábamos en Las Piedras, nos habíamos bajado para comprar unos cigarros y un poco de vino. Entramos en un boliche. Había un montón de mujeres que lo miraban y no podían creer. Parecía que había venido un marciano”, afirma entre risas.
Luego de grabar el disco, Dean Reed se fue a Alemania Oriental. A fines de 1973, Juan Des Crescenzio también se fue tras ser acusado de “infiltración marxista en la juventud uruguaya”.
La última vez que el gringo estuvo en Uruguay fue en 1984. Luego de visitar Chile y de ser expulsado por haber cantado Venceremos en un club, el cowboy de 46 años pisó el Aeropuerto de Carrasco para concurrir a un festival organizado por el Frente Amplio. Cuando se bajó del avión, los militares lo detuvieron y le impidieron la entrada al país.
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La historia del ‘Elvis’ también es de exilio. Luego del golpe de estado de 1973 en Chile, decidió afincarse en Berlín. Con el apoyo de sus amigos de la URSS, recorrió todos los países del este de la ‘cortina de hierro’ y se convirtió, para siempre, en el Elvis rojo.
Filmó películas western en estudios de Rumania, Alemania y la URSS, en algunas criticando a Estados Unidos. Se codeó con todos los dictadores del bloque socialista. Hizo discos en Checoeslovaquia, Finlandia, Polonia, Filipinas y hasta en Japón. En total, grabó en 20 países diferentes. Cantó en siete idiomas. Estuvo en Palestina, mantuvo vínculos con el líder Yasser Arafat e hizo shows a beneficio. Se convirtió en artista habitué de las TV comunistas y su popularidad crecía exponencialmente con una fórmula: músicas pegadizas, puño en alto y rebeldía.
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Por la dictadura chilena, Roberto Rivera también se tuvo que exiliar en Alemania Oriental. En agosto de 1975, se encontró con Dean en una fiesta del sindicato libre alemán. Ese mismo día, el gringo comunista invitó a Tiemponuevo a grabar un casete en el cuarto de un hotel. Como nadie tenía un grabador, Dean dijo: “¡Vamos a comprar uno! ¡Yo lo pago!”.
Fueron todos juntos a comprar el grabador. Al volver al hotel, grabaron los dos temas de siempre: No nos moverán y Hemos dicho basta. Luego, se cruzaban en los actos políticos y en las reuniones de la comunidad chilena exiliada.
La última vez que lo vio en persona fue en 1985, en un acto de la Juventud Comunista Alemana. “De repente me grita ‘¡Oh Tiemponuevo! ¡Qué bueno que están aquí! ¿Tocan una cuequita?’ Nosotros no tocamos nunca una cuequita, así que ya me cayó mal (risas). Pero lo vi muy demacrado. Se veía muy mal. Estaba raquítico de flaco. Tenía un brillo triste en los ojos. Le pregunté a un amigo que teníamos en común: ¿Qué le pasa al Dean Read?”.
En ese momento, se enteró de que el cantante estaba de “capa caída” por varios motivos. Uno de ellos, era que ya no tenía el éxito de antes. El paso del tiempo y las novedades desteñían su estrella. También tenía problemas familiares. Reed se casó tres veces y tuvo tres hijos, uno de ellos que adoptó de su segunda esposa. Su primera hija estaba en Estados Unidos y su segunda en Alemania. Según cuenta Rivera, el yanqui no la pasó muy bien.
También se le derrumbó una esperanza. En el documental American Rebel del cineasta Will Roberts, Dean dijo que quería volver a los Estados Unidos y dedicarse a la actividad política. Según el libro Comrade Rockstar, la idea murió el día en que el programa 60 minutes de la CBS mostró unas declaraciones en donde el yanqui justificaba el muro de Berlín, elogiaba a Fidel Castro y decía que el presidente Mijaíl Gorbachov era “más pacifista y moral” que Ronald Reagan. Los ánimos en EEUU no estaban para que él regresara.
“Yo lo vi muy deprimido. La última sonrisa que le vi fue cuando me mostró una medalla que le había dado la juventud alemana”, aseguró Rivera. Luego de aquella charla, nunca más lo vio. El 12 de junio de 1986, Dean Reed desapareció. El 16 de junio, la policía lo encontró muerto, flotando en el lago que había al lado de su casa. Tenía el rostro desfigurado. Hay varias hipótesis.
Su hermano Dale tiene certeza de que fue suicidio. “Después de esa horrible entrevista en 60 minutes, Dean vio que sus posibilidades de futuro eran muy escasas, en contraste con lo excitante que había sido siempre su vida. Me lo imagino parado junto al lago, tirándose y nadando para alejarse del muelle”, dijo en una entrevista con BBC.
Roberto Rivera piensa lo mismo. Según Comrade Rockstar, hubo una carta de 17 páginas escrita con la letra de Dean explicando por qué quería suicidarse. El parte policial asegura que fue un accidente. Su hija Ramona sospecha que fue asesinado por la CIA o la KGB, porque “él manejaba información privilegiada”.
Tres meses antes de la muerte del cantante, reventó el desastre nuclear de Chernóbil. El mundo de las banderas rojas se comenzó a desgranar. Con el “telón de acero”, también se oxidó una estrella, un simpático gritón que quería cambiar el mundo cantando country, conquistando corazones y creyendo que el éxito era para siempre.
* Fotografía: Bundesarchiv