La visibilidad no siempre es poder
Lo sueltan en un rodeo a modo de entretenimiento, a modo de espectáculo, a modo de renovación de la identidad cultural que los distingue del resto de la humanidad. Corre de un lado al otro, agitado, acortando la respiración porque lo rodean miles de caras desconocidas. Ninguna seña parece asustarlos, lo fue intentando todo: primero golpeó el piso y lo arañó, después hizo salir de su garganta el mayor grito. Silencio. Creyó haberlo logrado. De repente, aplausos y festejos.
Todos se visten de rojo. Escuchó entre susurros que creen que lo enloquece más, aunque no entiende por qué. Considera que es igual de injusto estar ahí dentro sin importar el color que tengan puesto. Qué raros los humanos. Lo observan y esperan su siguiente movimiento mientras comen embutidos y fetas de jamón. Están distraídos pero no lo están. Qué raros.
Decide correr hacia ellos a ver cómo reaccionan, ya que desde el centro del círculo no está logrando nada. Se acerca a toda velocidad y todos se apartan, parece que cuando llega nadie lo quiere frenar. Vuelve al centro y opta por correr al lado opuesto, a ver si corren o eran solo los del lado sur. Esta vez opta por no frenar, va derecho a la pared de piernas y cuando se acerca lo suficiente se amontonan entre gritos que ahora son de dolor. Hasta un toro se subió y tembló, qué raro. Todo. Todo por un ratón.
En Pamplona, España, se festejan las fiestas de San Fermín todos los años desde el 6 hasta el 14 de julio. Cada día del festival seis toros se liberan a las ocho de la mañana para que corran por las calles angostas de la ciudad vieja en los llamados “encierros”. Son 850 metros de trayecto. Delante de ellos van los “corredores”, que intentan mantenerse cerca de los toros sin caerse o ser atropellados por ellos.
Este año, en la segunda corrida, un toro saltó sobre los participantes del festival. Esperemos, señor lector, que no haya sido solamente por un ratón.
Felicitaciones por magnífica descripción. No entiendo que sentido tiene esta costumbre.Pero de que me asombro si sin necesidad de contar con el toro ,ni con una tradición los hombres hacemos lo mismo entre nosotros sin saber mucho por qué .Magdalena Reyes
Claramente es una diversion mas sana que los toreos. Aun asi, no siendo español, cuesta entender esto.
Genial como se traslada al lector a la mente del animal. Muy bien logrado e invita a reflexionar. Felicitaciones