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William Carroll: “La leyenda de Galileo es más poderosa que la realidad misma”

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Fotografía: UM Prensa


El caso Galileo remite a la Inquisición, al choque entre ciencia y religión y a una serie de clichés que William Carroll, Research Fellow (Blackfriars) de la Universidad de Oxford, combate en sus investigaciones. El filósofo e historiador de la ciencia considera que nos ha llegado una mirada de Galileo inexacta y basada en los prejuicios modernos y así lo explica en esta entrevista.


*Transcripción y traducción de la entrevista: Luisa Collet y Francesca Puppi 

En el mundo hispano el tema de ciencia y religión remite principalmente al caso Galileo. ¿En qué sentido tenemos que volver a este caso para pensar la relación entre ciencia y religión?
El caso Galileo constituye un icono de la modernidad, no simplemente por el problema de la ciencia y la Biblia, sino también por la revolución científica. Galileo es un padre -junto con Newton y otros- de la ciencia moderna y esta última es una de las cualidades que permanecen de lo que significa ser moderno, de lo que el mundo moderno es por dos razones: nos ha emancipado de la falsa ciencia de Aristóteles y medievales y también nos ha emancipado de la dominación de la ciencia por parte de la religión. Desgraciadamente, ambas características de esta historia fundacional son erróneas. He escrito mucho sobre por qué es un error mirar a Galileo y Newton como figuras que han falsificado la ciencia de Aristóteles, en vez de como creadores de un nuevo conjunto de ciencias, exaltando el rol de las matemáticas.

¿Podría explicar qué paso con Galileo y la Inquisición?
Aquella historia no involucra a Galileo emancipando la ciencia de la Biblia. Porque, en efecto, Galileo, así como los teólogos de la Inquisición, pensaron que incluso había pruebas científicas en la Biblia y que los sabios intérpretes de las Escrituras serían capaces de encontrar esa verdad científica. Dado lo que la ciencia nos dice, como que la Tierra se mueve sobre el Sol estacionario, si hubiese pasajes similares en la Biblia, sus intérpretes podrían encontrar dicha verdad en ella. Esto es bastante diferente de la visión de que Galileo separó la Biblia del respeto a la ciencia. Más aun, Galileo y la Inquisición estaban de acuerdo en que el significado superficial de las palabras de la Biblia no es el mismo que las verdades literales de la Biblia, y que usamos la razón -la ciencia y la filosofía- para entender lo que la Biblia significa literalmente. Así, por ejemplo, cuando la Escritura dice “Dios extiende su mano”, el significado literal no hace referencia a una anatomía divina, sabemos que se refiere al poder divino. Galileo no está negando la verdad literal de las Escrituras.

Entonces, ¿por qué hay controversias al respecto?
La controversia está dentro de ciertos principios católicos compartidos de que la verdad no puede contradecir a la verdad: la verdad de la ciencia no puede contradecir la verdad de la Biblia. Galileo está convencido de que está a punto de demostrar que la Tierra se mueve y no desea que la Inquisición realice algo estúpido tal como condenar la visión de que la Tierra se mueve, siendo así que él la está probando. Galileo no quiere que la Inquisición viole un principio católico fundamental de que la verdad de la ciencia y la verdad de la Escritura no pueden contradecirse entre sí, siendo así que, si prueba que la Tierra se está moviendo, esa es una verdad de la ciencia. Condenarla a base de las Escrituras constituiría una violación de un principio fundamental de la doctrina católica. Ahora bien, la Inquisición está de acuerdo con el principio fundamental de que la verdad de la ciencia y la verdad de la Biblia no pueden contradecirse entre sí, pero no llega a pensar que pueda ser verdad que la Tierra se mueva. Consideraba que era científica y filosóficamente absurdo. Por esta razón, los teólogos leyeron la Biblia afirmando la misma conclusión de que es falsa filosóficamente la idea de que la Tierra se mueve. ¿Por qué hicieron esto? Porque estaban convencidos de la complementariedad de la ciencia y la Biblia. La ciencia, pensaban, vuelve obvio que uno debe ser estúpido para pensar que la Tierra se esté moviendo. Ahora, aquí están haciendo un error fundamental filosófica y científicamente: lo que hacen los teólogos de la Inquisición es subordinar la lectura de la Biblia a una teoría cosmológica particular que creen que es indudablemente verdad. Su razonamiento es el siguiente: “Es indudablemente verdad que la Tierra no se mueve. Por tanto, la Escritura dice lo mismo en los pasajes a, b, c”. Así, la idea de que la Tierra se mueve no es tan solo absurda filosóficamente, sino que tiene consecuencias teológicas debido a ciertos pasajes en la Biblia. Lo que hace la Inquisición es precisamente lo opuesto a lo que el mito afirma. El mito sostiene que la Inquisición está subordinando la ciencia a la Biblia y que Galileo, lo que estaba haciendo era emancipar la ciencia de la Biblia. Pero esto no es de ninguna manera lo que la Inquisición está haciendo. La Inquisición está subordinando la interpretación de la Biblia a una teoría científica particular, que considera naturalmente verdadera.

Esto tiene algo en común con la interpretación de Pierre Duhem, de que Belarmino era mejor científico que Galileo.
Esa es la visión de Walter Brandmüller, que Galileo era un mejor teólogo que los teólogos de la Inquisición y que los teólogos de la Inquisición eran mejores científicos que ellos.

¿Es ese otro mito?
Esto es un contra-mito. Hay toda clase de mitos. Encontramos otro que cuenta que la Iglesia estaba actuando para proteger a Galileo de realizar falsas afirmaciones científicas, tratando de ayudarlo a ser un mejor científico. Esto es parte de la pregunta ulterior de si puede haber conocimiento científico con respecto al movimiento de la Tierra, de si Galileo está dando un buen argumento, lo cual tiene que ver con el tipo de científico que Galileo es. Ahora bien, Galileo era completamente consciente de que su descubrimiento astronómico no era suficiente para demostrar que la Tierra se estaba moviendo. Él pensaba que podría brindar tal demostración a partir de la marea oceánica, argumentando la causa del doble movimiento de la tierra: rotación sobre su eje y alrededor del sol. Incluye el argumento circular dado en forma de manuscrito en 1615-1616 y se convierte en el principio proclamado hasta el día de hoy en el Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo. Pero yo creo que Galileo concluye que él no tiene una demostración, aunque piense que es un argumento ingenioso. Galileo está convencido de que la Tierra se mueve, pero no tiene una demostración que le permita saberlo con certeza. Y, por supuesto, esta la diferencia entre estar convencido y tener conocimiento científico, que es otra distinción perdida en la mente moderna. Galileo estaba convencido de que la Tierra se mueve y buscaba una demostración que lo probase. La crítica a este contra-mito es que Galileo está siendo demasiado valiente en sus declaraciones. Pero yo considero que esta es otra lectura incorrecta de Galileo.

La semana pasada fue encontrada una carta inédita de Galileo a Benedetto Castelli de 1613. ¿Es relevante para la historia de Galileo?
Se sabía desde hace mucho tiempo de la existencia de la carta.  Si comparamos la carta escrita a Benedetto Castelli en 1613, de la cual tenemos varias copias y son todas iguales, con la copia que tenía la Inquisición, en que Galileo habla de pasajes de la Escritura que son falsos, dado lo que la ciencia nos dice, ese sería uno de los pasajes que Galileo editaría. Si comparamos estos pasajes con la carta de 1615 a la duquesa Cristina de Lorena, que muestra la visión completa de Galileo, ambas cartas no están diseñadas para la persona particular a la que son dirigidas, sino para intentar persuadir a los teólogos en Roma de no realizar algo estúpido y condenar la astronomía copernicana. Así, Galileo es un maestro de retórica renacentista. Está intentando recoger todos los posibles argumentos. Por esta razón, la carta no es consistente lógicamente, pero sí lo es retóricamente. La meta de Galileo es persuadir a los teólogos. El reciente descubrimiento del manuscrito muestra que la carta original de 1613 es la que la Inquisición tenía, que había sido cambiada por Galileo para suavizar sus declaraciones, las cuales podrían molestar a los teólogos, insinuando que la Biblia fuese falsa. Lo que se ha descubierto es una copia de 1613 en que Galileo mismo cambia el texto de la carta porque iba a producir una carta distinta, una carta no tan fuerte como la que tiene la Inquisición, que mandaría a su amigo en Roma para ver si esta podía llegar a la Inquisición. Y luego, en 1615, cuando escribe la gran carta a la duquesa Cristina de Lorena, los cambios que había realizado en 1613 son incluidos. Así, en un sentido, nos brinda un ejemplo interesante de Galileo mismo haciendo los cambios, de su preocupación por persuadir a los teólogos: está tratando de descifrar la mejor manera de lograrlo. Esto es lo que sucede en la enmienda de 1613 y en la carta de 1615.

¿Qué considera que podemos aprender del mito de Galileo?
Podemos aprender históricamente que la leyenda de Galileo es más poderosa que la realidad misma que él vivió con respecto a la Inquisición. Sabemos que no se trata de una batalla entre ciencia y religión. La Inquisición actuó incorrectamente, pero los errores que cometió no son los que normalmente pensamos que son. Galileo había sido condenado: le fue dicho que no escribiese tales cosas, le fue dicho que afirmase que no creía en que la Tierra se moviese. El índice de libros prohibidos impide la publicación de ciertos libros, requiere que el libro de Copérnico y el De revolutione (obra de Galileo) sean enmendados. Estas son todas acciones disciplinarias de la Inquisición, basadas en presuposiciones de que su visión era radical. Pero las presuposiciones son presuposiciones. Los verdaderos actos de la Inquisición son todos disciplinarios. Galileo no debería haber sido disciplinado, pero disciplina no es doctrina. Entonces, la Iglesia católica nunca enseñó que la Tierra no se moviese, a no ser que utilicemos la palabra “enseñar” en un sentido sociológico, porque la disciplina es una clase de enseñanza, pero no es la clase de enseñanza que es doctrina católica o dogma. A la vez, aprendemos del asunto de Galileo que es difícil deshacerse del mito, porque siempre que tenemos una controversia en la actualidad, como la clonación o el calentamiento global, el espectro del asunto Galileo es utilizado para desafiar a quienes no están de acuerdo con las visiones contemporáneas científicas progresistas y numerosas prácticas éticas.

Es una polémica icónica.
Le contaré una historia interesante al respecto. En 1987, la Congregación para la Doctrina de la Fe expuso sus instrucciones en cuanto a la fertilización in vitro y otros temas. En La Repubblica, un periódico italiano, había una página de historietas sobre esto con el título “In vitro veritas”. Una de las dos imágenes de la historieta tenía dos obispos en una ventana con un telescopio apuntando al cielo nocturno, en el cual se podía ver la luna y Saturno, y a su vez, se contemplaban varios tubos de ensayos. Un obispo se acerca al otro y le dice “esta vez, ¿deberíamos mirar o no?”. He aquí el asunto de Galileo. En la conferencia de prensa en el Vaticano, en la que el documento de la Congregación fue presentado por Ratzinger, la primera pregunta que formuló ese diario fue: “¿El Cardenal considera que las reacciones de la Iglesia frente a la biología actual será otro caso Galileo?”. El Cardenal sonrió: “Esto es otra cosa”.

Y no es el único caso…
En el siglo XIX encontramos debates sobre la falibilidad papal en el primer Concilio Vaticano. ¿Cómo puede la Iglesia proclamar infalibles a sus Papas, cuando por lo menos dos de ellos, Pablo V y Urbano VIII, habían declarado que la Tierra no se movía? El asunto de Galileo es usado como argumento contra la infalibilidad papal. Al mismo tiempo, para el “Risorgimento” italiano, Galileo se convierte en un científico italiano -solo era un científico toscano-. Garibaldi y Mazzini utilizan a Galileo en contra de la Iglesia católica; es la misma reacción de la Iglesia, que impide la unificación italiana y atenta contra Galileo. Así, Garibaldi y Mazzini toman forzosamente la imagen de Galileo para argumentar en contra de la actitud intransigente de la Iglesia a entregar los Estados Pontificios. Un último ejemplo. Los documentos de Galileo que tenemos fueron todos ensamblados en un códice a fines del siglo XVII por parte de la Inquisición para poder hacer referencia a ellos como un solo documento.

También Napoleón se interesó por el asunto.
A fines del siglo XVIII, cuando Napoleón está conquistando distintas ciudades en países europeos, investiga los archivos de estos países para enviarlos a París con el fin de crear allí un centro de cultura europea. En 1810 su ejército toma Roma y el Vaticano y se encuentra con un montón de archivos que son enviados a París y la mayoría de los documentos son de la Inquisición. Napoleón bajo los consejos de su archivista en París, elige tres conjuntos de documentos para ser enviados por correo imperial: los documentos sobre los caballeros templarios de la Edad Media, la bula de la excomunión de Napoleón mismo de 1807 y el códice de Galileo. Podríamos entender por qué los primeros dos textos le interesaban, pero ¿por qué el códice de Galileo? Tenemos un memorándum de Napoleón, gracias a su archivista, sobre por qué estaba especialmente interesado en dichos documentos. Napoleón está produciendo un nuevo cosmos político en Europa ¿y quién se opone a esto? La Iglesia católica. Así como esta se opuso al reconocimiento de un nuevo cosmos físico, así la misma Iglesia católica reaccionaria se opuso al cosmos político de Napoleón. El emperador francés es un Galileo moderno y el códice de Galileo evidencia este hecho. Luego del segundo derrocamiento de Napoleón, representantes de los distintos gobiernos, incluyendo el Vaticano, exigen a París recuperar los documentos hurtados. Marino Marini, el representante del Vaticano, reclama los documentos y particularmente el códice de Galileo que había sido robado. La nueva monarquía borbónica restaurada dice: “No sabemos dónde está”. Debido a que para ellos el documento es realmente valioso, deciden ocultarlo con el fin de poder hacer uso de él en contra el Vaticano cuando lo necesiten. En 1830 la revolución acontece y la monarquía borbónica es derrocada; el ministro de Cultura, Monsieur Leblanc, se exilia a Viena, toma consigo el códice de Galileo, el cual había tenido todo este tiempo. En 1843 fallece y su mujer, revolviendo en sus archivos, encuentra el códice Galileo: “Oh, esto pertenece al Vaticano”. Entonces, va hasta la casa del Nuncio y le entrega el Códice de Galileo. Es en ese momento que los documentos comienzan a ser impresos. ¿Cuándo? En las décadas de 1850, 1860 y 1870, en el medio del debate de la falibilidad papal, en el medio del debate sobre la unificación italiana, tenemos evidencia de lo que sucedió en el asunto de Galileo, cómo reaccionó la Inquisición y así en más. Debemos a Napoleón la conservación de los documentos del asunto de Galileo, que nos permiten ver hoy en día más claramente qué fue lo que sucedió.

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