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Alejandro Cappuccio: “Vivo por el fútbol y para el fútbol, pero no del fútbol”

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“Tenemos la oportunidad de hacer hicimos historia” / Fuente: @rentistassad vía Instagram


Abogado, escribano, profesor de Educación Física, director técnico y padre. Todo eso es Alejandro Cappuccio (Montevideo, 1976), el hombre a la cabeza del actual campeón del Torneo Apertura 2020. En esta entrevista relata aspectos de su vida personal y laboral, con hincapié en su trabajo en Rentistas.


Sabemos que sos bastante multifacético, ¿nos podés contar un poco de tus distintas profesiones?
Comencé a estudiar Derecho en el año 94, que fue el último como jugador de fútbol en juveniles de Nacional. En el 95 empecé a estudiar Educación Física, de la cual me recibí a fines del 98. En el 2000 me recibí de Escribano y en el 2003 de Abogado. Y después, pasados unos años en 2007 o 2008, hice las tres o cuatro materias que me quedaban para ser entrenador.

¿Y laboralmente?
Comencé trabajando de Profesor de Educación Física en el Colegio Seminario –desde el 98 al 2010– y ahí empecé a dirigir en equipos de la AUF, 2 años en Wanderers, 1 año en Juventud, 2 en Peñarol, 2 en Wanderers y después ahí recién Rentistas, que ya hacen dos años. Paralelamente, trabajo de Escribano desde el 2000, cuando me recibí. De abogado solo trabajé entre 2003 y 2007, porque soñaba con ser penalista y no me gustó; cuando fui a la cárcel me llevé una tristeza muy grande y me di cuenta de que no era para mí. Después, hice derecho de familia, [asistí en procesos de divorcio]  y todo eso horrible; hice derecho laboral y tampoco me gustó; algún juicio de derecho civil, que sí me gustó, pero justo empecé a dirigir fútbol y tenía que elegir una de las 3 para quitar: escribanía ya era mi principal sustento, pese a que no tiene pasión, pero me da el sustento, y a su vez aplico el derecho y me gusta; y el fútbol ni que hablar.

¿Cuál te gusta más?
Lo que sucede es que cuando tenés una familia constituida, una esposa y tres hijos, vos no podés solamente dedicarte a lo que te gusta, a mí me gustaría dedicarme al fútbol y punto, pero tengo que dar pasos seguros y mi principal ingreso es la escribanía, nos va muy bien en el Estudio, entonces, al menos por ahora, no lo puedo dejar, salvo que dirija a Nacional o Peñarol que te permite dejarlo o delegar a tus socios. Pero, como realización personal, es por el lado del deporte de alta competencia.

¿Con qué técnico del mundo te sentís identificado? ¿Hay alguien que te haya impulsado a ser técnico?
No hay uno puramente, hay muchos que son disparadores de emociones. Por ejemplo, yo me crie en la época de Bielsa que generó muchas emociones en Chile, positivas y negativas en Argentina, y una resiliencia espectacular y un convencimiento de su plan que es admirable. Después Guardiola desde el punto de vista táctico es inigualable, pero es desde el lado mucho más frío, no desde lo pasional. Esos dos son, para mí, los disparadores fundamentales.

¿Qué tan importante es el cuerpo técnico y los dirigentes para vos?
Es muy importante, porque en cualquier empresa los trabajos interdisciplinarios son clave. Y, si el organigrama funcional está claro, las competencias, los cargos y a qué corresponde cada rol, todo es más fácil. Tanto en las empresas como en el fútbol a veces los problemas mayores radican en la comunicación o en las comunicaciones difusas. Yo traté de utilizar la comunicación desde el punto de vista positivo, o sea, saber cuáles son los canales correctos y tratar de adaptarme también a quién es el receptor, porque no es lo mismo un dirigente que un jugador, y a su vez dentro de los jugadores hay características socioculturales muy distintas. Creo que el poder de adaptación fue muy importante. Es un trabajo colectivo. En la escuela, el colegio, en la facultad, todo el mundo habla de trabajar en equipo, pero nadie nos enseña. El rol del psicólogo deportivo, Pablo Ferreira, fue muy importante al principio para enseñarnos a todos a trabajar.

¿Cuál era su objetivo, como cuerpo técnico, cuando asumieron en Rentistas? ¿Y cuando ascendieron?
Yo asumí en agosto de 2018, quedaban 6 partidos nomás para terminar el campeonato y ya no había posibilidad de subir ni de bajar. Entonces, el primer objetivo era ver qué plantel había, para armar el plantel – valga la redundancia – para el 2019 y tratar de subir. Subimos, y el primer objetivo desde lo institucional era hacer de Rentistas un equipo de primera. Pero, íntimamente y después del scouting que hicimos, encontramos jugadores que tenían muy buen currículum, pero una muy mala actualidad, por eso su caché era bajo y los pudimos traer. Se formó un equipo que daba para soñar con mucho más. Y, de hecho, más allá de que para el contexto fuera muy sorpresivo, íntimamente teníamos mucha confianza en ese plantel que se formó y en ayudarlos a que se corresponda su actualidad con el currículum, que no era lo que sucedía al principio.

El primero objetivo era hacer de Rentistas un equipo de primera

Todos sabemos que el fútbol uruguayo es un fútbol muy exportador y eso le perjudica mucho. ¿Cuánto les afectó la salida de jugadores como Falcón, Olivera o Romero?
Primero nos alegró mucho, porque se fueron a ganar, todos, 10 veces más de lo que ganaban acá. Entonces, eso ya es una alegría porque hay 4 familias que cambiaron su bienestar. Sí, tiene la contraprestación de la pérdida en la cotidianeidad de cada uno porque son personas excelentes, y después la baja de talento en el equipo. Por eso estamos ahora en un período de rearmado, vinieron 3 jugadores nuevos –Ontivero, Colazo y Fratta– que no es lo mismo, son personas distintas, que se tienen que ensamblar en el equipo. Este Intermedio es un caldo de cultivo para volver a rearmar. Vamos a hacer un Clausura muy bueno.

Personalmente, cuando ves a tus jugadores crecer a este nivel, ¿lo consideras un crecimiento también propio y del cuerpo técnico?
Sí, porque nosotros en enero les prometimos a todos los jugadores que íbamos a intentar dejarlos 4 escalones más del que venían. Y ya vendimos a 4 en 6 meses. Entonces, le entró plata al Club, ellos mejoraron su bienestar, y todos mejoramos el prestigio. Son cosas muy importantes para un club que nunca había ganado un título en 87 años [y había ido] 2 veces a la Sudamericana, esta es la segunda en toda su historia. Están pasando cosas muy fuertes en el club y muy fuertes para los jugadores también, porque muchos vinieron con la autoestima muy baja, pese a haber tenido su momento de gloria. Es como el segundo tren, y lo están aprovechando muchísimo. La camiseta que me mandó Olivera es el sueldo no pago. Es un sueldo que no se mide en dinero, es una alegría brutal. Todos los días hablo con Maxi y el Colo –Romero– que están en Chile. Porque a parte ellos me tomaron como una figura paternal. Como les prometimos algo y se les dio, creo que vieron los beneficios de entregarse a la propuesta, que eso nos dio mucha credibilidad. Y a parte de la base del cariño, no de la autoridad. Salió bien.

La camiseta que me mandó Olivera es el sueldo no pago

¿Cómo se consigue reforzar mentalmente al equipo después de una derrota?
Creo que no hay que reforzarlo, creo que hay que prevenir, como en las enfermedades. En las derrotas se ven todas las miserias humanas, como cuando una empresa está mal y no vende. Nosotros tuvimos solo 2 derrotas en el año, en 20 partidos, pero tuvimos una con Cerro, que después Nacional nos dio la oportunidad perdiendo puntos de llegar a esa final, pero parecía que se había acabado el campeonato; y la reacción de los líderes positivos fue muy buena al manejar la derrota, convertirla en algo positivo, pero sobre todo en el momento de la tristeza, que no había un mañana. Hubo un manejo muy maduro y noble de ellos. Y todos sabemos cual es la influencia de los líderes positivos, o negativos en un grupo. Nosotros tenemos 4: Rodales, Malrechauffe, Irrazabal y Rolín; esos son líderes de pura cepa.

¿Cómo lográs convencer a tus jugadores de que Rentistas, un equipo que acaba de ascender, tiene todo para jugarle de igual a igual (como ya lo han demostrado) a equipos como Nacional y Peñarol?
Yo considero que a los equipos grandes los hacen grandes las personas que los componen en ese momento. Y nosotros tenemos cabeza de cuadro grande, jugadores que pasaron por equipos grandes y que se acostumbraron a pelear campeonatos. Entonces, bajo la premisa de que en la cédula de ninguno dice que los de Nacional y Peñarol son mejores que los nuestros, nosotros trabajamos mucho sobre las emociones y la sensibilidad, y de no tener vergüenza de emocionarnos. Creo que se logró concientizar a los jugadores de que era posible –no ganar, porque el campeonato fue una consecuencia– pero sí ser competitivos contra todos. Eso sí fue una certeza.

¿Qué mensaje le darías a un estudiante universitario que, en paralelo con su carrera, sueña con dirigir en primera?
Que sueñen, y que es una cuestión de utilizar el tiempo. Tiempo hay. Invertir más el tiempo en lo que en algún momento en la vida les puede dar algo. Muchas veces las generaciones nuevas no están dispuestas a perder tiempo porque quieren disfrutar el hoy, y no es criticable, son formas de ser. Yo invertí miles de horas estudiando para ver si podía… y todavía no lo sé. O sea, sí en derecho, vivo del derecho. Pero, hoy vivo por el fútbol, para el fútbol, pero no del fútbol.

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