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Sin razón aparente

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Fotografía: Delfina Milder

Fotografía: Delfina Milder


Mientras espera que se apague la luz de la jarra eléctrica, Mario aprovecha para hablar en voz baja. Esos minutos son sagrados; como la espera del microondas o la luz verde


Había aprendido a no apurarse, hasta podía manejar los movimientos de su propio cuerpo y quedarse quieto si quería. O quizá los medicamentos estuvieran haciendo lo suyo. Pero él sabía que esa nueva calma tenía, en gran parte, mérito suyo. No hacía dos cosas a la vez, y descubrió que cuando hay que esperar, hay que esperar y nada más. Cuando mucho, conversar, pero despacio y en voz baja. Sacó el café del armario, prendió la jarra y se recostó en la pared.

Esa tardecita, después de cuatro horas de sueños que no entendía, describió uno que había tenido hacía poco, donde limpiaba una avenida después de un desfile de bombos, platillos y carrozas, como los de las películas americanas. Era de noche, los papeles eran blancos y rosados, las luces de la calle eran tenues. Fue uno de esos sueños que pasan muy cada tanto: una imagen simple y llana, sin un rastro de sensación. Como una foto en movimiento. Como esos recuerdos viejos de escenas cotidianas, sacadas de contexto, que uno no sabe bien por qué, pero recuerda.

“Pongo papeles y vasos en una bolsa. Estoy solo. Tengo que limpiar toda la avenida”, dice. Aquel paisaje era como un oasis después de varias noches de pesadillas largas y llenas de símbolos que le daba pereza interpretar. Ya no tenía que escribirlos, y prefería quedarse todo el día con la sensación de un sueño antes que entrar en los viejos canales de su cabeza. Había sido un poco como estar despierto: levantaba un papel y después otro y después otro, sin pensar en el papel, el desfile o él mismo. Pero ahora sí pensaba en él mismo. Y pensaba en el porqué: por qué no le molestaba limpiar una avenida sin razón aparente, por qué lo haría si tuviera que hacerlo, por qué parecía que nada le molestaba, y por lo tanto, nada le importaba. Hasta que se apagó la luz de la jarra.

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One thought on “Sin razón aparente”

  1. yada says:

    me fascina lo q escribís.. y quedo con ganas de leer mas.

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