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¿Cómo influye la memoria en la narración de la historia?

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La relación entre la memoria y la historia es dilemática. Los sobrevivientes de un hecho tienen una posición privilegiada para influir en la historia y compiten con el historiador con sus relatos. Este ensayo intenta explicar cómo la memoria logra cambiar detalles del pasado, cómo colabora en temas sobre los que falta información y cómo puede incorporar intereses particulares. Existen mecanismos para intervenir la memoria colectiva. También hay historiadores que desprestigian todo relato del pasado fuera de su metodología. Eso tampoco colabora en la comprensión y en la construcción de sentido de los procesos históricos.


Introducción

«Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos».
 De Jorge Luis Borges.

La memoria es el recuerdo de un pasado vivido que puede tener componentes imaginarios, emotivos y es vulnerable a la manipulación, es personal y expone las situaciones vividas desde una primera persona. Esta es la facultad psíquica que hace posible los recuerdos. La memoria involucrada en este tema es la llamada memoria de largo plazo, que ya la poseemos al nacer. Nadie puede vivir sin tener memoria. Pero Hartog (2012) piensa que la memoria puede ser un uso alternativo del pasado que hacen sectores excluidos por la historiografía. La historia es la disciplina que investiga y estudia los procesos y hechos del pasado que provocaron cambios relativamente significativos. La historiografía es su expresión escrita.

Nuestro primer acercamiento al pasado es a través de la memoria de nuestros familiares. Pero como Yerushalmi (1998) plantea la memoria y el olvido son construcciones sociales que van de la mano, por lo tanto, detalles irrelevantes para algunos pueden quedar enterrados en el pasado creando una brecha entre lo sucedido y la memoria a causa de falta de información.

En los últimos 30 años, la memoria se ha convertido en una categoría de estudio central de las ciencias sociales. Destacó por aportar a la reconstrucción de la democracia en América Latina motivando las luchas por la verdad y la justicia. A pesar de que se intenta ser justos a la hora de narrar siempre hay convicción. La memoria implica a la emoción y tiene apropiación social (Garcés, 2017).

Tanto la memoria como la historiografía organizan y relatan los hechos de una manera en la cual generalmente se pueden ver los posicionamientos ideológicos. En algunos casos, la memoria como recuerdo de hechos traumáticos, por ejemplo, los relacionados con la violación de derechos humanos, pueden llegar a causar que el sobreviviente exagere el recuerdo, y como consecuencia la memoria desdobla lo vivido.

El título de mi ensayo hace referencia a cómo puede ser afectada la narración de la historia, si se considera la memoria como fuente histórica o, si por algún motivo, la memoria se impone en el discurso global sobre los hechos. Esto puede influir negativamente o positivamente, dependiendo de qué problemas de la narrativa histórica se quieren evitar. Este proceso implica un análisis epistemológico y ético.

En mi opinión, este tema es muy interesante porque analizar la memoria de los testimonios nos permite ver la vida de la gente común, generar patrones a partir de realidades en común e identificar las características personales y posiciones de las personas que nos proporcionan su mirada de los hechos.

Los tipos de memoria: colectiva, minorías, oficial, histórica

Existe una memoria colectiva compuesta de los recuerdos en común de una determinada comunidad, en la que también conviven memorias de minorías, un poco en contraste y otro poco en complemento con la memoria colectiva. Podemos hablar también de una memoria oficial impulsada por instituciones con intereses creados a propósito del presente y el pasado. Es un tipo de memoria vinculada con la política partidaria y los grupos de interés. Muchas veces la memoria oficial, como memoria del Estado, busca imponerse sobre la memoria del pueblo, de la gente común. De hecho, también existe el concepto historia oficial. A las personas les cuesta expresar sus recuerdos y frecuentemente terminan repitiendo ideas que se desarrollan en los medios de comunicación, habitualmente regulados por el Estado (Rufer, 2021).

Por ejemplo, el estado uruguayo desde el siglo XIX, desde la matanza de los indios charrúas, ocultó la existencia de la descendencia indígena en Uruguay. Se hizo creer que somos todos descendientes de europeos, pero la investigación científica de los últimos cuarenta años demostró que no es así. La investigación genética muestra que por lo menos un 20% de nuestro ADN tiene componentes nativos. Claramente la descendencia no es directa, pero varios de nosotros uruguayos portamos algún componente nativo. Además, los guaraníes dejaron varias palabras en nuestro registro de habla del castellano. También este tema podría ser un ejemplo de memoria de las minorías ya que existen descendientes de charrúas que desde espacios muy escuetos pelean por la reivindicación de este pasado extraviado.

Otro ejemplo de la memoria o historia oficial es cuando generaron la teoría de los dos demonios para explicar las causas de la dictadura. El pueblo fue, presuntamente, víctima de una guerra entre los tupamaros y los militares. Esta explicación evita responsabilizar a un sistema político que estaba cada vez más dividido y en el que la gente cada vez confiaba menos a causa de los problemas económicos y sociales que se sufrían. Tampoco atiende la paradójica situación de que casi toda América Latina estaba desarrollando dictaduras contrainsurgentes como promovieron las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Un tercer ejemplo de memoria oficial podría ser cuando se dice que la crisis del 2002 fue consecuencia exclusiva del contagio de Argentina. Cuando los bancos argentinos cierran, quienes tenían dinero en Uruguay sacan dinero de nuestros bancos y el sistema colapsa, pero había bancos nacionales que no tenían fondos suficientes para operar y el estado uruguayo no ejercía los controles suficientes sobre el sistema financiero. El país ya estaba endeudado con el Fondo Monetario Internacional porque los indicadores venían a la baja desde hace años, lo que pasó en Argentina profundizó nuestra problemática, pero los problemas económicos y sociales venían de antes.

Es difícil recuperar la memoria genuina de las personas y comunidades. Las comunidades, usan los deseos postulados por el Estado, los habitan, los reproducen. Es difícil recuperar el pensamiento original de las personas (Rufer, 2021). La antropología y la historia intentan hacerlo con los métodos de la tradición y la historia oral. Podríamos hablar de una memoria histórica que busca conectar los recuerdos, verdaderos o parciales, de una comunidad con parámetros académicos que los organicen, pero la relación historiografía y memoria ha sido, y sigue siendo, problemática.

Historiografía y memoria: una relación problemática

Heródoto, en la época antigua, como primer historiador de la humanidad, muestra tres formas de alcanzar el conocimiento del pasado que están relacionadas con la memoria: recuerdos del investigador si fue testigo o partícipe de los hechos, recuerdos de testigos directos de un acontecimiento y recuerdos de descendientes de testigos directos de un acontecimiento. Recién a partir del Renacimiento los documentos escritos se empiezan a usar como fuente histórica y por mucho tiempo se transforman en la única fuente aceptada (Bresciano, 2011). Se pasa de una historia basada casi totalmente en la memoria a lo contrario. Cuando se incorpora el método científico para organizar la búsqueda, las fuentes escritas obtienen un valor primario mientras los recuerdos personales y relatos casi no se consideran.

La memoria como categoría analítica ha tenido un largo proceso de construcción. Para poder reconstruir la historia a partir de la memoria colectiva, los historiadores recopilan datos, los unen en función de patrones en común y analizan las no coincidencias. La idea es indagar en la memoria colectiva, poder distinguirla de la memoria oficial y no descartar del todo las memorias de las minorías.

En la historiografía hay dos visiones sobre la relación historia/memoria. Están quienes separan la historia de la memoria, y quienes, como Garcés (2017), aseguran que se interrelacionan y que la historia ya no puede negar la memoria. Algunos autores están en desacuerdo sobre que la memoria sea un complemento de la historia, ellos opinan que la memoria es un objeto de estudio en sí.

Aróstegui (2004) plantea que la memoria tiene un carácter político más visible que la historia y que no hay historia sin memoria. Integra la memoria a la investigación y piensa que muchas veces la memoria dispara la investigación. A su vez, la historia amplía el stock de la memoria porque contiene lo que es imposible de recordar. Es decir, para este historiador la memoria y la historia dependen una de la otra.

Chartier (2013) asocia la historia con la verdad y la memoria con la fidelidad. Cree que la unión entre memoria e historia es la memoria histórica. Nora (2006) piensa que es incompatible la expresión memoria histórica. Memoria e historia son útiles justo en el lugar donde el otro concepto pierde alcance. La historia se moviliza a partir de cuestiones de la memoria, de su rectificación o ratificación.

Los testimonios orales son la principal herramienta para la reconstrucción e integración de las memorias al estudio del pasado reciente y son una muy buena estrategia de investigación para lo que llaman historia contemporánea reciente. Hay dos tipos de testimonios orales: los testimonios orales contados por alguien que vivió los hechos y las historias que fueron pasando de boca en boca y que pueden contener más leyendas o mitos. Esa es la diferencia entre historia oral y tradición oral. La primera más vinculada con la memoria histórica y la historiografía y la segunda, con la antropología.

Con la historia oral el historiador se transforma en entrevistador y debe apropiarse de metodologías más desarrolladas en los estudios sociales y la antropología. Debe evitar que los testimonios se vean influidos o distorsionados por su opiniones, gestos o acciones. Entonces debe cuidar cómo utiliza cada concepto, cada categoría y cada palabra para que la narración y la interpretación de lo sucedido sea la que plantea el entrevistado. Luego de recuperar el testimonio viene un proceso interpretativo que le compete al historiador, se hace una crítica de la información, se la clasifica en categorías y se la compara con otros testimonios y con lo que el marco teórico histórico que ofrece el tema en estudio. Se van logrando patrones en común y conclusiones. La memoria se interrelaciona con la historia. ¿El límite? La muerte.

Conclusión

Integrar las memorias al relato de la historia nos permite valorar testimonios y anécdotas verídicas, transmitidas con sentimiento, sin abstracciones, eso puede enriquecer la narración y el sentido que le damos a un tema histórico que, de otra forma, podría quedar como algo frío, sin sustancia. En definitiva, la historia son las personas y los testimonios de los sobrevivientes nos aportan detalles sobre consecuencias de la violencia, de las políticas, de los eventos disruptivos del pasado. Hay un valor en la anécdota.

El problema de la memoria es que los sujetos modificamos los relatos de nuestras experiencias casi sin darnos cuenta, alcanza con reflexionar sobre nuestras propias historias de vida para notarlo. También tenemos olvidos importantes, narramos cosas contundentes sin pruebas, sin chequear, sin reflexionar a fondo sobre la estricta realidad de lo que estamos planteando. Después la sociedad presenta mecanismos y procesos a través de los que censura ciertos testimonios y además el sobreviviente, sea institución o persona, tiene más poder sobre este relato del pasado que quienes culminaron antes su vida.

Considero que hay temas historiográficos que pueden ser apoyados por la memoria. Por ejemplo, temas contemporáneos vinculados con la violencia y el terrorismo: el holocausto del pueblo judío, el conflicto israelí-palestino, las guerrillas (como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el terrorismo de Estado de las últimas dictaduras, el racismo y el sufrimiento de minorías. Otros procesos recientes que pueden ser fortalecidos, por ejemplo, con la historia oral y las técnicas de la antropología podrían ser las historias sobre los primeros sufragios femeninos y la vida civil de la mujer en general, las cuestiones relativas a las migraciones y a la multiculturalidad, la convivencia cotidiana con nuevas tecnologías digitales.

Por otra parte, creo que hay temas más abstractos, más teóricos o ideológicos que tienen una base documental tradicional y no requieren tanto de las memorias. Me refiero a temas históricos como la formación del Mercosur o de la Comunidad Económica Europea. La formación de organismos internacionales en general y todo lo que tiene que ver con el derecho internacional y público. Sin duda son hitos históricos, pero pienso que la memoria tiene más peso cuando el cambio convive más con el de abajo.

Bibliografía

Aróstegui, J. (2004). Experiencia, memoria e historia. La historia vivida. Madrid: Alianza Editorial.
Bresciano, J. (2011). La memoria como objeto de análisis en la historiografía uruguaya.
Revista de História (Universidade de São Paulo), No. 164, pp. 271-310.
Chartier, R. (2013). Historia y memoria. La Trama Invisible (publicación en línea).
Garcés, M (2017). Historias y Memorias. Temuco: Universidad de la frontera.
Gnecco, C. y Rufer, M. (2021). Regímenes de memoria y usos políticos y sociales del tiempo pasado. Conversación con Mario Rufer. Tabula Rasa, No. 39, 323-338.
Hartog, F. y Silva, R. (2012). Memoria e historia: entrevista con Francois Hartog. Revista Historia Crítica, No. 48.
Corradini, L. y Nora, P. (15 de marzo de 2006). (Entrevista en el Diario La Nación, Argentina). «No hay que confundir memoria con historia». DOI: https://www.lanacion.com.ar/cultura/no-hay-que-confundir-memoria-con-historia-dijo-pierre-nora-nid788817/#:~:text=La%20memoria%20depende%20en%20gran,historia%20re%C3%B Ane%3B%20la%20memoria%20divide.
Viegas, J. (2007). Memoria e historia. Los usos sociales del pasado. Teoría y Praxis, No.10, pp.109-121.
Yerushalmi, Y. (1998). Reflexión sobre el olvido. En: Yerushalmi, Y.; Loraux, N.; Mommsen, H.; Milner, J. C. y Vattimo, G. Usos del Olvido. Buenos Aires: Nueva Visión, pp. 13-26.

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One thought on “¿Cómo influye la memoria en la narración de la historia?”

  1. Roxana Molina says:

    Excelente trabajo! Siento un inmenso orgullo por ti, Vicky querida. TQM, Tía Ro.

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