El cambio de la utopía batllista en los 70 y el proyecto político del Frente Amplio
Este ensayo reflexiona sobre las relaciones entre los cambios que experimenta el Partido Colorado en la década de 1960, tanto en sus discursos como en sus formas de gobernar a nuestro país, con el origen del proyecto político del Frente Amplio
Raíces de la política uruguaya: El batllismo
La corriente predominante en la historia del Partido Colorado, el que más veces ha ocupado el gobierno uruguayo, es el Batllismo. Esta corriente del partido surgió en la presidencia de José Batlle y Ordoñez, quien asumió la presidencia de la república por primera vez en 1903 hasta 1907, y la asumió por segunda vez entre 1911 y 1915. Allí desarrolló las ideas principales con las que planeaba llegar a lo que él llamó un “país modelo”.
En lo económico, tenía un enfoque intervencionista, con la estatización de los servicios públicos, con un impulso reformista que “recorrió las esferas de una economía próspera y a las vez frágil” (Rillas, Caetano, 1994). No está de menos mencionar la etapa neobatllista, llegada de la mano de Luis Batlle Berres, caracterizada por promover nuevas industrias, expandir las que ya estaban y el respaldo a la actividad privada por parte del estado (Nahum, 1995, p. 187). Sin embargo, Benjamín Nahum define a este período como “una bonanza de corto aliento, donde a veces el presente fue desahogado porque se comprometía el futuro” (1995, p.217). Aun así, Batlle no fue capaz de alcanzar todo lo que se propuso. Por ejemplo, la reforma agraria tenía la intención de moderar la tenencia de tierras rurales, pero su omisión fue debida a la poca fuerza del Partido Colorado en el interior del país.
El Partido Colorado en los sesentas: rupturas y virajes
Luego de la llegada al gobierno del Partido Nacional en 1959, el Partido Colorado debía encontrar puntos de unión en el partido y más internamente en la corriente batllista. Tras la muerte de Luis Batlle Berres en 1964, surgió en la Lista 15 el movimiento de “Unidad y Reforma”, liderado por Jorge Batlle Ibáñez, que rompió con lo que se acostumbraba a ver en el sector. En las elecciones de 1966, los batllistas se iban a encontrar con unas elecciones con poca homogeneidad entre sus candidatos. El sector pasó a tener tres facciones: “Unidad y reforma”, liderado por Abdala y Jorge Batlle el cual representaba, al menos con el número, a la lista 15; “Por la Ruta de Luis Batlle”, con Vasconcellos al frente, y “Frente Colorado de Unidad”, que también tenía al diputado Flores Mora y su sector “Unidad y Presidencia” (Rodriguez, 2017, p.79). Desde un inicio, el espacio liderado por Jorge Batlle, no recibía el mismo apoyo por parte de los viejos dirigentes quincistas, los cuales ya lo asimilaban como “la derecha” dentro del partido, por su visión liberal frente a la inflación que atravesaba el país y sus ideas económicas ligadas al neoliberalismo, en parte por las influencias europeas que adoptó (Rodriguez, 2017, p.72). Pero fue justamente Jorge Batlle el que logró figurar como el candidato a las elecciones de ese año, luego de varios roces con Abdala, quien antes se posicionaba como favorito para la candidatura. La campaña en ese año, se basó en resaltar ese lado del candidato que reflejaba su juventud, proyección y novedad. Mostró también un enfoque en que, a pesar de su edad, entendía la economía gracias a sus estudios terciarios y los libros.
En 1967, luego de la muerte de Oscar Gestido, Jorge Pacheco Areco asumió la presidencia, tomando medidas muy relevantes desde la primera semana luego de su ascenso. El 12 de diciembre “adelantó la modalidad de lo que sería su mandato” (Nahum, 1995, p.267), disponiendo la disolución de varios partidos identificados con la ideología de izquierda, incluyendo al Partido Socialista, Federación Anarquista Uruguaya, Movimiento de Acción Popular Uruguaya, Movimiento Revolucionario Oriental y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, bajo el argumento de estar ligados a la guerrilla urbana dada en aquel entonces. Su gobierno tuvo varios aspectos para mencionar como restricciones a las libertades públicas, desconocimiento sobre decisiones del poder legislativo y judicial, la militarización de funcionarios civiles, públicos y privados, la centralización del poder en el gobierno o el uso represivo de la fuerza pública, incluyendo las medidas prontas de seguridad en situaciones que no ameritaba su uso (Corbo, 2009, p.59), y sea cual sea la opinión sobre su gobierno, este tuvo una gran adhesión ciudadana, convirtiéndolo en “una figura polarizante y controvertida” (Corbo, 2009, p.60).
La izquierda y los sesentas: la difícil senda de la unidad
En las elecciones de 1971 una nueva fuerza política se postulaba para ser gobierno. Pero este partido no era una minoría más dentro de la política uruguaya como acostumbraban a ser en aquel entonces, sino muchos movimientos del mismo enfoque político basado en la izquierda, que buscaba la unión de movimientos, partidos y sectores que compartían ramas de la ideología.
Sin dudas, gran parte de este proceso que posibilitó su surgimiento fue la serie de “cambios operados en la izquierda nacional a partir de los 50, fruto de una larga acumulación histórica y el efecto catalizador de la crisis que roía los cimientos del Uruguay tradicional” (Corbo, 2009, p.155). El 5 de febrero de 1971, fue suscrita la declaración constitutiva del Frente Amplio. Esta tocaría tres aspectos importantes que preocupaban dentro del sector en cuanto al futuro del país: la crisis estructural que venía sufriendo el país hace décadas, el predominio de una oligarquía adueñada del país y la complicidad de esta con el imperialismo. Así lo manifestaría el General Líber Seregni el 26 de marzo de ese año: “El obstáculo decisivo para el desarrollo nacional es la oligarquía, es decir, la trenza bancaria, terrateniente y la intermediación exportadora, el grupo social que domina y acapara el crédito y los canales de comercialización de nuestros productos. La oligarquía dominante está ligada a poderosos intereses extranjeros, es la expresión de nuestra dependencia de las grandes potencias capitalistas que nos fijan precios, que nos imponen términos de intercambio adverso” (Corbo, 2009, p.160).
Asimismo, este proyecto no iba a dejar de criticar a los partidos tradicionales, incluyendo al batllismo, por dos principales razones. La primera señalaba, desde la ideología clásica de izquierda, al batllismo como “una forma de gatopardismo cuyo objetivo era mantener una sociedad capitalista” (Marchesi, 2016). Además, denunciaba al batllismo por sus “formas de clientelismo y su uso demagógico de los recursos estatales, alejando a los sectores populares de sus verdaderos intereses de clase” (Marchesi, 2016).
Sin embargo, hay muchas coincidencias para analizar en las propuestas del Frente Amplio con el batllismo: por ejemplo, la gran importancia dada a la política social y educativa, bajo un discurso de dar protección a los trabajadores. Estas coincidencias se ven en Batlle y Ordóñez con la ley de 8 horas o la ley sobre prevención de accidentes de trabajo, y con el Frente Amplio, una nueva y justa política de salarios públicos y privados, o el establecimiento del Seguro Nacional de Salud garantizando atención adecuada para toda la ciudadanía (Corbo, 2009, p.165). En cuanto al ámbito económico, la sección de las “Bases Programáticas” de la unidad frenteamplista sobre “planificación nacional independiente de la economía, con objetivos sociales”, tiene el concepto “nacional” referido simplemente al estatismo (Corbo, 2009, p.163), uno de los principios más característicos de Batlle y Ordóñez en sus mandatos.
Los batllistas y el Frente Amplio: ¿buscando un nuevo lugar para sus viejas utopías?
Si trasladamos estas coincidencias, a nombres, se puede analizar como una buena parte de los responsables del surgimiento del Frente Amplio provenían del Partido Colorado. Zelmar Michelini es una de las principales figuras que relacionan al Partido Colorado con el Frente Amplio (junto a Alba Roballo y Hugo Batalla), y es un interesante punto para analizar razones, ideas y posturas frente a un Partido Colorado cambiante y la opción de una renovación de izquierda que significaba un nuevo partido.
Los primeros antecedentes del descontento de Michelini se remontan a la presidencia de Pacheco Areco, mencionado anteriormente, caracterizado por un excesivo uso de las medidas prontas de seguridad con las cuales Michelini estaba en total desacuerdo. Como se dijo previamente, así como Pacheco Areco tuvo un gran apoyo de la ciudadanía, también generaba un gran descontento en otros, lo que llevaría a una serie de movilizaciones populares en su contra, las cuales iban a ser “claramente apoyadas por Zelmar y su gente” (Bottinelli, 2017, p.260).
Michelini manejaba las posibilidades de crear un “tercer polo colorado” o un “tercer partido”, pero el proyecto de la primera de estas opciones iba “en camino al fracaso” (Bottinelli, 2017, p.262) tal vez por la falta de identificación con el partido del resto de los sectores de izquierda que estaban en el proceso de unificación, por la dificultad de vencer al pachequismo desde adentro del partido, o porque el concepto de renovación no tendría tanta fuerza si provenía de un partido tradicional. Esto nos deja con solamentamente la opción de los ideales básicos del clásico batllismo, representados en una nueva fuerza política, que se desprendía de lo que se acostumbraba a ver en las campañas electorales en Uruguay: la elección de uno de los dos partidos tradicionales, ahora se veía amenazada por una tercera alternativa que había logrado una difícil coalición de izquierdas, representando además, viejos objetivos y métodos, previamente vistos en el Batllismo.
Conclusiones
Luego de revisar los cambios en la corriente batllista en los sesentas y el surgimiento del Frente Amplio, se puede ver un descontento grande por parte de los defensores de la visión tradicional del batllismo en aquel entonces, viendo de mala manera un giro liberal en la forma de leer la situación económica de Uruguay en aquella época, caracterizada por la inflación.
Sin embargo, no es hasta la muerte de Gestido, cuando Pacheco Areco toma el mando, que se pueden notar los primeros indicios de que algunos legisladores colorados manejaran una alternativa para representar los viejos ideales que defendía el partido, ya que los rasgos que caracterizaban al gobierno de Pacheco, como el abuso de las medidas prontas de seguridad, o su forma de manejar la situación con los tupamaros, eran una muestra de los cambios que había experimentado el sector y la nueva senda a la que se dirigían.
Algunos puntos de vista pueden señalar que el viraje del batllismo fue una causa directa del surgimiento del Frente Amplio, o que este proyecto político fue un modo de escape o un intento del mismo para derrotar al pachequismo. Sin embargo, este ensayo plantea analizar los distintos factores involucrados en la época del surgimiento del proyecto político frenteamplista, para entender el rol de cada uno de los mismos en este suceso.
Los cambios en la utopía batllista en aquel entonces, que en lo económico y en lo social se acercó a la derecha, tuvieron un rol importante en la creación de un sector que unificara a las izquierdas en el país y que en parte, conservaba muchas bases e ideas de la vieja utopía batllista. Esto fue necesario pero no suficiente: hizo falta un gobierno represivo como el de Pacheco Areco para que el proyecto político se llevara a cabo, sumándole un vital objetivo al partido: ir en contra de un pachequismo latente.
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Bibliografía
Bottinelli, O. (2017). “Del Partido Colorado al Frente Amplio”. En Zelmar Michelini razones de una conducta acción y pensamiento (págs. 249-269). Planeta.
Corbo, D. J. (2009). Cómo hacer presidente a un candidato sin votos: las elecciones protestadas de 1971.
Nahum, B. (1995). Historia del Uruguay 1903-1990.
Marchesi, A. (17 de mayo de 2016). “Frente Amplio y Batllismo, tan lejos y tan cerca”. La Diaria.
Rilla, J. Caetano, G. (1994). Historia contemporánea del Uruguay. De la colonia al mercosur. CLAEH.
Rodríguez, M. (2017). En el llano: adaptación política y renovación del programa económico de la lista Quince del Partido Colorado, 1958-1966.
En la foto, de pie y a la derecha de Zelmar Michelini, mi padre Dalton F. Spinelli. Gracias.