El sueño americano
El blondo presidente histriónico venido de la televisión basura pateó el tablero. Fuera de juego quedaron los grandes medios que inflaron la agenda progresista en los últimos años, analistas y politólogos.
El presidente de Estados Unidos Donald Trump me parece aborrecible como ser humano pero me interesa demasiado como fenómeno político como para quedarme con la crítica fácil o la burla infundada. La agenda de los medios nunca estuvo tan alejada de la del estadounidense medio que tan bien describió el poeta Charles Bukoswki en sus cuentos y poemas. Trump ganó porque se acordó de los olvidados, que eran mucho más que la suma de las minorías y que parecían invisibles para la administración demócrata.
En el verano estadounidense estuve en Ohio, cuya victoria resulta clave para llegar a la Casa Blanca. Viví en una ciudad universitaria que se llama Athens. En Ohio University ninguno de los profesores que conocí votaba a Trump. En el bar de cerveza artesanal en las afueras, donde jugaban a los dardos y ponían temas de ZZ Top en la rokola, la gente votaba a Trump. Demasiado contraste como para no expresar algo que luego se materializó en un rotundo cachetazo electoral al establishment y statu quo de Washington.
Tras la asunción del nuevo presidente del país más poderoso del mundo comenzaron las primeras medidas. Los mismos analistas que no vieron venir el fenómeno se sorprenden porque Trump arrancó pisando fuerte. Periodistas acreditados en Washington para la toma de posesión dicen que el público que asistió a los actos no era el de siempre. Eran otros. ¡Chocolate por la noticia! Los espectadores de CNN siguen creyendo que esto es un sueño y que no sucedió. Les aviso: Donald Trump es el presidente de Estados Unidos y hay que fumárselo. Compartir las memes o fotos trucadas de su preciosa mujer o su hijo Barron en un impresionante fenómeno de bullying cibernético al que probablemente niño alguno haya sido expuesto jamás, es otro signo de la incomprensión del tiempo que ya llegó.
Como me comentó el profesor Ramiro Podetti, los americanos estaban esperando para que algún día les toque vivir el sueño americano: lo esperaron sus abuelos, sus padres y de pronto de un día para el otro ellos, sus problemas y derechos se volvieron invisibles. Otros grupos se colaron en la fila sin que nadie diga nada. Entonces aparece el elefante blanco de Trump a decirles que él si los ve y que les va a dar trabajo y seguridad. Es como 2 + 2 = 4. ¿Y ahora? Que Estados Unidos se haga cargo, que ponga a prueba los resortes institucionales y que la verdadera prensa libre aproveche la oportunidad de oro para volver a cumplir la función para la que la llamaron.
Ayer Trump anunció que continuará la construcción del muro sobre la frontera con México. Muro que ya existe y del que Obama nunca quitó un ladrillo. El presidente de México por twitter rechaza la visita a Estados Unidos. México y Estados Unidos condenados a volar encadenados por la historia, una vez más. El muro real continuará su construcción, el mental ya está levantado. Trump lo cimentó en el imaginario colectivo. Us and them. Como dos tribus. Ellos, los bárbaros al sur de Río Bravo con sus miserias y nosotros con nuestra cultura anglosajona y nuestro sueño americano, los civilizados, al norte. Por ahora México y Enrique Peña Nieto (otro tele presidente: éste de una telenovela, no de un reality show) viene bailando solo contra Trump. El resto de nuestra América Latina, la de las Venas Abiertas y la que se rasgó las vestiduras durante años por Fidel Castro anda calladita. Tan silenciosa como cuando de niño jugabas a las escondidas en el living de tu casa y creías que si contenías la respiración no te iban a encontrar.
El rechazo y la humillación que Trump le está propinando a México como causa de varios de los males endémicos de Estados Unidos deberían lograr una reacción de los países latinoamericanos. Ojalá que esa reacción no llegue de la izquierda infantil y populista que desbarrancó en la última década (Dilma, Cristina, Maduro, Correa, Evo) sino de otro lado. De la América Latina que desde siempre quiere y no puede pararse ante el mundo como un bloque sólido y pragmático.
La que soñamos algunos latinoamericanos con instituciones fuertes y democráticas en que respetando las individualidades de cada nación podamos agrupar una voz común e inteligente para hacernos escuchar en el concierto mundial. Puede sonar utópico pero tal vez la ignorancia de Trump para con el resto del continente americano al sur del Río Bravo puede ser una oportunidad para que emerjan nuevos líderes a la altura de las circunstancias, lejos de la resaca de la revolución cubana y en las antípodas del populismo chato que representa Trump. A fin de cuentas es un tema de estatura que permita a los líderes emergentes latinoamericanos elevar la mirada por encima de cualquier muro.
Interesante reflexión. A América Latina le quedan dos opciones. O buscar alianzas internas con grupos intelectuales académicos y libertarios de USA o volver a atrincherarse en un anti imperialismo yanqui. Lo primero abriría un nuevo mundo de oportunidades para las Américas.