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Made in Argentina

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Una aproximación al fenómeno popular del Indio Solari para empezar a entender lo que ocurrió en Olavarría


Resulta difícil escribir algo sobre el último recital del Indio Solari en Olavarría sin caer en un lugar común.  No soy ricotero aunque admito que siempre me interesó su música y me gustan mucho sus canciones. Sin dudas se trata de un artista cuya obra ha trascendido los límites de su deseo. Ni él lo comprende. Es un fenómeno popular singular, único, irrepetible que solo puede crecer y desbordar en una nación que tuvo como presidente a Perón y que llenó la Plaza de Mayo para celebrar la invasión de Malvinas en plena dictadura militar. Un país de donde emergió el Papa Francisco y Diego Armando Maradona. La misa ricotera se vive como un sentimiento. Igual que lo que sienten los barras bravas de los clubes de Buenos Aires y Rosario.  Si no lo vivís no lo entendés.

Y precisamente porque no se comprende se tiende a juzgarlo a partir de la visión con un prisma que no tiene nada que ver con la realidad. Las letras de Los Redondos le hablan a los que casi nunca hablan. Solo siguen. Los seguidores de los redondos o del Indio son los que siempre están ahí. Deambulando, los que no la tienen fácil. Los que les cuesta ser en la sociedad del no ser. Siendo ricotero son parte de la masa que sí es. Y si, compran un discurso, un cancionero popular críptico que los abraza y los escupe en el barro de las contradicciones de la existencia para conformar el ritual. No importa que la letra no se entienda. Soy parte. Pertenezco a algo que no está en ningún lado pero que todos reconocen que existe. En un recital del Indio soy parte del sentimiento de Maradona, Monzón y Evita. Es todo parte del mismo relato argentino, de las costumbres argentinas y de la esencia de lo popular.

El ser humano atrás del artista es bastante simple. Basta escuchar la última entrevista que le hizo Mario Pergolini. Un hombre atrapado en su mansión que no puede salir a la calle en Buenos Aires por lo que genera… y sí en Nueva York donde es un desconocido (sic). Al Indio Solari le queda gigante su leyenda. En cierta medida no la merece. Eso parece obvio. Recién a partir de esas idolatrías que no tienen fundamento en la razón es que se puede pasar al segundo plano: el del análisis tras los dos muertos en el recital de Olavarría y todo lo que pasó. No empezar por ahí, seguro los va a llevar a una conclusión equivocada. Lo único certero –pese a quien le pese- es que las canciones de Los Redondos seguirán sonando en todos los rincones del Río de la Plata por mucho tiempo, igual que un tango de Carlos Gardel.

*Imagen de portada: minutouno.com

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