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¿Qué hacer con la filosofía oriental?

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– Nuestra historia comienza en Jonia hacia el siglo VI antes de Cristo…

No acababa yo de decir esto cuando un alumno intervino más o menos así:

– ¿Por qué “nuestra historia”? (comillas con los dedos). Siempre nos explican la filosofía de occidente… ¿Y la oriental? ¿No es arrogancia pretender que filosofía y cultura sean sólo las nuestras?

Respondí que la intención de la asignatura Historia de la filosofía era intentar comprender por qué pensamos como pensamos. Se trata de un viaje desde las raíces hacia una comprensión de la propia identidad intelectual, lo cual parece un deber para todo universitario. Pero su pregunta era pertinente, pues corresponde que un intelectual profundice y cuestione. Por eso también le agradecí la pregunta, porque me obligaba a investigar más respuestas a su planteo.

¿Es justificable dejar de lado la filosofía oriental? Conlleva riesgo de injusticia opinar acerca de una cultura ajena desde los paradigmas conceptuales de la propia. Pero mi intención aquí no es juzgar sino entender, lo cual impone comenzar  aclarando términos y contexto. Me refiero en primer lugar al concepto mismo de filosofía. Por decirlo con la brevedad de un tuit que ampliaré más abajo, la filosofía en occidente es un estudio crítico, mientras que en oriente más que teoría es sabiduría práctica. Y por “oriente” me ceñiré aquí al Lejano: India y, sobre todo, China. Respecto a Medio Oriente, mi opinión es que podría llamarse también Medio Occidente, porque ha sido y es medio y medio.

Según la interesante tesis de la “era-axial” que Karl Jaspers plantea en Origen y meta de la historia, entre los siglos VII y III a. C., y en lugares bien distantes entre sí como Grecia, India y China, surge el pensamiento filosófico, tanto crítico-racional como práctico-vital. La coincidencia se hace nítida si se toma en cuenta que Pitágoras, Heráclito, Parménides, Buda, Confucio y Lao-Tse vivieron en torno al año 500 a.C., que Jaspers denomina “tiempo-eje”. Pero si aquello fue un punto de partida, ¿cuál fue la ruta que posteriormente tomaron sus especulaciones?

La diversidad cultural (en buena medida oriental) que encontraron los colonizadores aqueos en Jonia y en otras regiones del Mediterráneo, provocó la gran pregunta sobre el arjé: necesitaban un anclaje, algo inmutable desde donde comprender y explicar una realidad que se les presentaba cambiante y compleja, aunque inteligible. Por el contrario, para los pensadores orientales el arjé de la realidad siempre fue más dato que problema, un enigma inasequible a la razón. En cuanto supone un conocimiento de lo inmutable y eterno, la razón debería salir del orden temporal y espacial, dejando de ser conocimiento humano para aspirar a una comprensión divina de la realidad y de sí mismo.

A la filosofía griega clásica y luego a la occidental le interesó el estudio del origen y sentido de la realidad y la vida: Dios, naturaleza, ser humano, sociedad. No negaba el misterio ni se negaba a explorarlo. La filosofía oriental, en cambio, se abocó a la vida práctica: una sabiduría de vida, unas enseñanzas éticas asentadas en el autoconcimiento, la atarxia, las buenas costumbres y la armonía cósmica.  Acepta el misterio de lo real pero no lo investiga, simplemente lo observa, lo describe, lo asume. Lao-Tse elaboró una metafísica pero, al fundamentarla en torno al concepto de vacío existencial, esterilizó su desarrollo teórico.

Entre los pueblos orientales antiguos, la relación entre los lados de un triángulo rectángulo no pasaba de ser una noción práctica útil. Fue Pitágoras quien intuyó que esa relación tenía una lógica que podía convertirse en teorema. La geometría teórica que luego desarrollaron los griegos demuestra su avidez y talento especulativo. Esa misma racionalidad permeó la política, la moral, la medicina… En fin, transformó mitos y supersticiones en ciencia y filosofía.

Los griegos heredaron de Homero el sentido de lo heroico, que es posible realizar hazañas luchando contra las circunstancias, y que, por tanto, cada hombre es libre y diverso de los demás. En oriente, la actitud ante lo adverso ha sido básicamente fatalista, quietista o determinista, al menos hasta hace pocos decenios. Quizás sea por esto que sus pueblos a lo largo de la historia hayan aceptado sin protesta todo tipo de sojuzgamientos por “destinos” étnicos o políticos. Mientras en Jonia nació la democracia y luego evolucionó en occidente hasta fundar los principios de igualdad, libertad y participación, en oriente no sucedió así. India fagocitó a Alejandro Magno y no se molestó en averiguar qué traía de nuevo aquel joven conquistador.

Las colonias aqueas de la Magna Grecia llegaron a ser sedes activas de comercio y centros brillantes de pensamiento gracias a su afición a viajar y a su curiosidad intelectual. Sin embargo, India y China se mostraron endogámicas, explicable por sus extensos territorios, gran población y autosuficiencia de recursos. Por ejemplo, transcurridos muchos siglos, en el XVI, el jesuíta Matteo Ricci a duras penas logró la confianza de uno de los últimos emperadores Ming cuando por fin presentó un mapamundi con China ubicada en el centro. Y es famosa la respuesta que un siglo más tarde el emperador filósofo Chien Lung envió al rey Jorge III: “Si afirmáis que vuestro respeto por Nuestra Dinastía Celestial os llena del deseo de adquirir nuestra civilización, difieren tan completamente nuestras ceremonias y código de leyes de las vuestras, que (…) no podríais en modo alguno transplantar nuestras maneras y costumbres a vuestro suelo extranjero. (…) Como vuestro embajador puede ver por sí mismo, nosotros poseemos todas las cosas. Yo no atribuyo ningún valor a objetos extraños o ingeniosos, y no tengo necesidad de las manufacturas de vuestro país”. Hoy mismo China aplica un severo control sobre Internet, Google no existe y los buscadores locales deben mutilar cualquier pregunta o respuesta originada en “extraños conceptos occidentales”.

No podemos pretender que la verdadera filosofía y la mejor cultura sean las nuestras. Pero en un curso que procura enseñar a pensar y a comprendernos, considero justificable prescindir de la filosofía oriental. Otra cuestión es si se desea aprovechar su sabiduría práctica milenaria, pero el tema pasaría al ámbito de la ética.

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3 thoughts on “¿Qué hacer con la filosofía oriental?”

  1. Diego Velasco Suárez says:

    Muy interesante!

  2. agustin courtoisie says:

    excelente texto Jorge para situar el problema y pensarlo!

  3. Ángel Rossi says:

    Me pregunto hasta donde Pitagoras, Tales, Platón entre otros no tomaron las teorías de Oriente y las expusieron en Occidente a un conjunto de pensadores inexpertos en estos temas. A confucio no le hubiese llamado tanto la atención como a Pitagoras la raíz cuadrada de 2, como ser consciente en todo momento del momento presente. De comprender intelectualmente cada cosa que se hace.El S. V a.c está plagado de filósofos diversos. Hablamos de milagro griego, porque no hablamos de milagro Oriental? La pregunta del alumno era pertinente como dijo Jorge lo que Sucede a mi entender; es que se tendría que abarcar las corrientes filosóficas de Occidente y Oriente para formar un ” gran libro” de la misma manera que el Antiguo y el Nuevo Testamento forman la Biblia. La filosofía es una moneda de dos caras una occidental y una oriental. Quien tira es moneda?, Dios el azar ; de qué lado cae? … El lado que cae la moneda decide mi futuro ? . To be continued.

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