Browse By

Un trapo sucio

Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterShare on LinkedInPin on PinterestEmail this to someone


“Parece una casa abandonada”, le decía la mujer cuando llegaba de trabajar. Se paraba en el portón antes de entrar, miraba el jardín, abría la puerta de la casa y le reprochaba el abandono y el descuido al hombre sentado en el sillón.


Decidió que no quería volver a oír aquella queja de nuevo, así que el hombre se dispuso a cortar el pasto. Estaba nublado y hacía calor. La tormenta vendría por la noche, según el meteorólogo de la radio.

Empezó rodeando los canteros de rosas. Después, con una tijera, cortó los pastos largos dentro del cantero, procurando no lastimar las rosas. En un descuido se cortó un dedo. Siguió cortando el resto del pasto con la máquina. Faltaba una hora para que llegase la mujer.

El hombre se tiró a descansar a los pies de un paraíso: el único árbol dentro de sus metros cuadrados de propiedad. Se secó el sudor con el mismo trapo que se había limpiado la sangre. Solo faltaba cortar el pasto sobre el que estaba acostado. El cielo seguía gris hasta donde él podía ver. Al sur asomaba una nube negra.

La mujer abrió la puerta. El piso se llenó del agua que la había mojado. Afuera, el jardín relucía bajo la lluvia. La mujer miró un rato por la ventana los pétalos que se caían por la fuerza del agua. El hombre no estaba en el sillón esta vez. En su lugar, un trapo sucio manchado de sangre.

Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterShare on LinkedInPin on PinterestEmail this to someone

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *