Periodistas de verdad
El papel de los periodistas en medio del diluvio tecnológico sigue siendo el mismo: informar y contar buenas historias
Alertas de Whatsapp si comienza un terremoto; gifs con la llegada de un atleta a la meta; videos interactivos para entender el programa de salud de Barack Obama; videos 360 grados para vivir la guerra contra el ISIS; memes del furcio del político de turno; videos de 30 segundos con backstage de la Villa Olímpica; videos virales de gatos siameses; transmisiones en vivo de un campeonato de fútbol en Facebook Live.
Estamos en pleno diluvio tecnológico-periodístico. El objetivo: publicar muchas “noticias” en el mínimo de tiempo en diversos formatos.
En los últimos años, escuchamos miles de veces que es necesario pensar primero en digital (digital first), pensar en móvil (think mobile) y estar al tanto de todas los temas de tendencias (trending topics).
No desconozco en lo más mínimo la importancia de estar al tanto y aplicar las innovaciones más significativas, para así llegar al público con propuestas adaptadas a las nuevas formas de consumo. Ahora bien, ya es hora de poner al periodismo primero: la historia tiene que volver a ser la protagonista. Necesitamos de forma urgente volver a las raíces del periodismo.
“El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios. En los Balcanes se pudo ver claramente cómo se estaba cocinando el conflicto”, decía el escritor y periodista polaco Ryszard Kapuscinski.
Retomo esta frase que me parece suprema: “Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo”. El maestro Kapuscinski se refería así a uno de los valores más importantes del periodismo: un informe periodístico permite entender el mundo que nos rodea, comprender por qué pasó lo que pasó, nos da información para tomar decisiones, para ser mejores ciudadanos.
El periodismo es un servicio a la sociedad. Y para dar un buen servicio, hay que ser un periodista de verdad, un concepto que muchas veces naufraga en el diluvio tecnológico.
¿Qué es ser un periodista de verdad desde mi punto de vista? (les pido que le den significado a cada uno de los conceptos vertidos a continuación).
Un periodista de verdad es una persona inquieta, curiosa e informada.
Un periodista de verdad es una persona que lee mucho, que mira mucho, que escucha mucho, que pregunta mucho.
Un periodista de verdad es una persona que estudia el tema que va a abordar con detenimiento, que logra problematizarlo y preguntarse porqué está ocurriendo lo que está ocurriendo.
Un periodista de verdad busca entender, jerarquizar, ordenar, contextualizar y analizar un tema.
Un periodista de verdad es responsable de la información que está dando y para eso contrasta varias fuentes.
Un periodista de verdad debe ir varias veces al lugar de los hechos para escuchar detenidamente a los protagonistas.
Un periodista de verdad debe entender a fondo el tema, antes de transmitirlo.
Un periodista de verdad trabaja con un editor experiente que lo guía y lo ayuda a darle la mejor terminación posible a su trabajo.
Un periodista de verdad no llena las redes con datos irrelevantes y videos virales.
Un periodista de verdad acepta críticas porque le permiten cuestionarse y mejorar.
Un periodista de verdad debe abordar su trabajo con seriedad.
Y para ser un periodista de verdad es necesario tiempo, práctica y dedicación.
Hay que tomarse tiempo para hacer las cosas de forma adecuada, para que leuden, para cubrir las noticias relevantes con la profundidad que merecen, para editar y re-editar tantas veces sea necesario.
En lugar de intentar ganarle a Twitter, Whatasapp o Facebook, pongamos el foco en los valores del PERIODISMO.
Ya estoy cerrando y para eso quiero volver al principio.
El NY Times publicó una historia elaborada con realidad virtual sobre el drama de los niños refugiados por conflictos bélicos. El periodista comienza describiendo dos fotos, una de una niña alemana desplazada durante la II Guerra Mundial, tomada por el fotógrafo Henri Cartier-Bresson, y otra de una refugiada kurda, sacada en 1974. El periodista explica que la historia del mundo es una historia de guerras, se pregunta por qué los niños se recuperan mejor de estos momentos traumáticos y nos introduce en la historia de tres niños que serán los protagonistas de este informe: Oleg, de Ucrania; Chuol, de Sudán del Sur, y Hana, del Líbano. También nos cuenta que el equipo periodístico del Times decidió utilizar la realidad virtual en este caso porque permite generar empatía con personas que tienen una vida muy diferente a la nuestra. Y agrega que al utilizar la tecnología de 360 grados, el usuario puede ver todo su entorno y simular la experiencia de ingresar en mundos distantes (la edición de papel del diario ofrecía lentes de cartón de realidad virtual para vivir la experiencia cabalmente y que por razones obvias no tengo). Me bajé la app de realidad virtual del diario y vibré con historias contadas por periodistas de verdad. Historias que me permiten comprender el diario vivir de los niños refugiados, que me permiten entender la tragedia insondable de quienes sufren conflictos bélicos en su territorio, que incluso me permiten cuestionarme como madre.
El uso de la tecnología de realidad virtual es muy acertado, pero lo central es la historia. Primero está el periodismo de verdad y después viene todo lo demás.