La gesta olvidada
Maradona, Sócrates, los hermanos Van de Kerkhof, Rummenigge y Ancelotti fueron algunas de las figuras que en la Navidad de 1980 coincidieron en Uruguay. Allí, desde el 30 de diciembre hasta el 10 de enero de 1981, se desarrolló íntegramente en el Estadio Centenario la Copa de Oro de Campeones Mundiales, más conocido como Mundialito, la gesta olvidada del fútbol uruguayo
Con motivo del 50 aniversario del primer mundial, la FIFA decidió organizar este torneo con las selecciones que hasta el momento habían levantado el máximo trofeo a nivel de países. El campeón, al igual que en 1930, fue Uruguay. Pero ¿por qué dicha gesta está infravalorada y no se le recuerda a pesar de que la Celeste fue campeón de campeones?
Año 1978. El mundial regresaba a tierras sudamericanas, precisamente a Argentina. En esa época, el país vecino no atravesaba su mejor momento ya que se encontraba en plena dictadura militar, una de las más duras del continente. La organización de un torneo de esa magnitud representaba una distracción para sobrellevar la situación que se presentaba. Pero no para Uruguay.
La expectativa era grande. Todo el país se ilusionaba con la participación en esa competencia tan cercana e incluso con poder levantar el trofeo. Pero todas esas ilusiones desaparecieron cuando en las Eliminatorias previas Uruguay fue eliminado por Bolivia en el Estadio Centenario.
Pero el fútbol da revancha, y esta llegó dos años después, el año 1980. Al igual que la vecina orilla, Uruguay se encontraba en una dictadura y la organización de un torneo de esa envergadura encendió la ilusión en todo el pueblo uruguayo. La llegada de las mejores selecciones del mundo revolucionó al Río de la Plata.
Angelo Voulgaris, el empresario que consiguió el dinero
Con todo, el torneo estuvo a punto de no disputarse, ya que a falta de pocas semanas el dinero no aparecía. “Los mismos problemas que hay ahora por los derechos de televisión se armaron ahí con Angelo Voulgaris. En un momento dado, Voulgaris se retiraba, no había esponsorización, no había televisación, no había Mundialito y fue muy polémico”, recuerda el periodista deportivo Jorge Savia.
Este personaje no era desconocido para el ambiente del fútbol uruguayo: trabajaba con la explotación de carne uruguaya y era amigo de Washington Cataldi, presidente de esa época de Peñarol, y por lo tanto era habitual verlo en la Platea América observando los partidos del conjunto aurinegro.
El dato más particular es que en el camino de Voulgaris se cruzó otro personaje importante: Silvio Berlusconi. El italiano intentaba meterse en el negocio televisivo y lo consiguió obteniendo los derechos del Mundialito para Italia. Todos salieron ganando y el torneo se pudo financiar, con la presencia de las estrellas europeas.
“Los europeos dan ventaja en los mundiales, porque coinciden con el final de su temporada y no están en pleno movimiento, como ocurre en enero o febrero. En esa oportunidad, vinieron en pleno rodaje, y por ende en su mejor momento físico y futbolístico”, sostiene Savia. Exceptuando Inglaterra, cuya política era no alejarse demasiado de las islas, el resto de los campeones mundiales asistieron y se invitó a Holanda, subcampeón de los mundiales 1974 y 1978, que ocupó la plaza de los británicos.
Ante tal escenario, la Celeste comenzó a prepararse casi un año atrás para alcanzar el objetivo de levantar la copa. Se eligió San José como punto de concentración para que los jugadores pudieran trabajar con tranquilidad. “No nos quería nadie, tuvimos que ir a concentrar a San José porque en Montevideo nos insultaban, se reían de nosotros o nos cargaban”, explica el exmediocampista, Ariel Krasouski.
El sorteo deparó que Uruguay integraría uno de los grupos junto a Holanda e Italia, mientras que Brasil, Argentina y Alemania compartieron la otra serie. Los ganadores de cada llave se medirían en la final a partido único.
“Teníamos un gran plantel con una mezcla de jugadores jóvenes y con experiencia. Sabíamos que iba a ser difícil, porque habían venido grandes rivales, pero no imposible”, recuerda Jorge “Chifle” Barrios, integrante de ese plantel. Por su parte, Savia recuerda que lo mejor de aquel plantel era su defensa, a pesar de tener grandes jugadores en cada posición. “En lo futbolístico esa selección tenía todo, pero lo mejor era el triángulo del fondo. Rodolfo Rodríguez en el arco. El Indio Olivera y De León hacían un mix perfecto de personalidad y agresividad”.
El camino a la victoria
Precisamente, uno de los zagueros de aquella selección, Walter “Indio” Olivera, comentó que el partido más sencillo fue el del debut contra Holanda dado que, en el primer tiempo, Uruguay se fue a los vestuarios con una ventaja de 2-0 y Olivera junto a De León formaban una sociedad impenetrable.
En el segundo partido la defensa volvió a ser clave y Uruguay venció con idéntico resultado a Italia. Tras el 2-0 contra la Squadra Azzurra, tocaba esperar rival. En el otro grupo, Argentina había vencido 2-1 a Alemania y, tras empatar a un tanto con Brasil, dependía de lo que ocurriese en el Brasil-Alemania de la última jornada. Brasil no falló y goleó a los alemanes por 4 tantos a 1 para pasar a la final.
Allí, a pesar de la categoría de la defensa charrúa, llegaron las dudas. Olivera recuerda un error que cometió en la final que casi pone en riesgo el título. “Contra Brasil fue un partido distinto y complicado porque Brasil jugaba mucho al ataque. Después del gol del Chifle le hice una falta tonta a Sócrates y el juez cobró penal y todavía me acuerdo cómo el Centenario se me cayó arriba. Fue impresionante. Por suerte, después volvió a aparecer Waldemar Victorino y me terminó salvando y pudimos salir campeones”, cuenta el Indio.
Luego de ese segundo gol, la alegría se apoderó de todo el territorio uruguayo. La Celeste una vez más se hacía fuerte ante las mejores selecciones del mundo y se convertía en campeón de campeones. La tarde-noche del 10 de enero, luego de que Uruguay levantara la copa, los 98 km por la ruta 1 desde el Estadio Centenario hasta la Hostería del Parque en San José fueron de jolgorio. Un jolgorio que inexplicablemente finalizó allí.
“Mirá que lo mismo pasó luego del plebiscito por el ‘no’”, expresó Jorge Savia haciendo referencia a la votación que se llevó a cabo en el final de 1980 para definir una reforma constitucional por parte del régimen militar. El periodista agregó que “la noche que se supo el resultado se vivió con gran alegría y al otro día era como si nada hubiera pasado”. Como si nunca hubiera sucedido, o al menos así es como lo sienten los propios jugadores de ese plantel que recién en noviembre de 2016 tuvieron su primer reconocimiento por lo que fue considerado una gesta mayúscula. Reconocimiento que nació del intentendente de San José, para recordar los 35 años en el lugar donde se hospedó la Celeste, la Hostería del Parque.
“Lo que siempre me ha extrañado a mí es lo poco que han hecho los dirigentes de la AUF como para otorgarle la importancia que se merece este campeonato en donde ganamos a grandes selecciones con sus mejores jugadores”, opina Waldemar Victorino, goleador de ese Mundialito con tres goles. Olivera y Barrios tienen ideas similares a las de su compañero de plantel. Olivera sostiene que “en Uruguay es así, no hay vuelta. El uruguayo siempre se tira para atrás”.
Si hubiera ganado Argentina…
En los jugadores de ese plantel quedó grabada una alegría que con el paso de los años se convirtió en decepción por el poco reconocimiento que se le dio a la consagración en ese torneo. Uno de los motivos que le ha jugado en contra a esta competencia fue el carácter que le imprimió la FIFA. El máximo organismo del fútbol mundial se encargó de organizar el evento, pero poco después lo consideró amistoso sin darle la validez que, por ejemplo, tiene hoy en día el Mundialito de Clubes. Eso le sumó una mala pasada a la selección uruguaya, porque no se la ha permitido sumar un nuevo trofeo intercontinental, aunque “si lo hubiera ganado Brasil o Argentina ya lo estarían ‘baboseando’ y sacándole cartel”, opina Krasouski.
La dictadura militar también jugó su papel importante en este olvido del Mundialito. Muchos aún intentan olvidarlo por todo lo que debieron sufrir en carne propia o con sus familias. Otros consideran que la dictadura tuvo un papel principal para que Uruguay se consagrara y así disimular el momento que se atravesaba en suelo uruguayo. Lo sucedido en Argentina dos años antes, donde está muy extendida la idea de que el Mundial estaba ‘comprado’ para que ganase la selección albiceleste, aumentó la polémica. Esa duda que siempre quedará sin resolver, opaca también lo que significó la obtención del Mundialito.
Otro de los motivos del olvido fue el auge de los clubes uruguayos en los torneos internacionales e intercontinentales. Los jugadores que formaban parte del plantel uruguayo en el Mundialito, pertenecían todos a equipos locales y eso permitió la llegada de trofeos de gran importancia a nivel de clubes. La década del 80 quedaría enmarcada por los títulos internacionales de Nacional y Peñarol y no por la consagración de Uruguay. En solo 10 años, los grandes conseguían 4 Libertadores y 3 Intercontinentales.
Además, se repitió un golpe deportivo que contribuyó a minusvalorar el Mundialito y dejarlo prácticamente invalidado para el aficionado: así como había sucedido cuatro años antes, en 1981 Uruguay volvió a quedar afuera de un Mundial. Luego de obtener la Copa de Oro, la expectativa con esta selección volvía a ser grande, pero otra vez una selección considerada de las menores en Sudamérica, como lo es Perú, eliminó a Uruguay del Mundial de España de 1982. Muchos se preguntaron y aún lo harán, cómo esa selección que venció a Holanda, a Italia y a Brasil, con todas sus figuras, no logró meterse en esa Copa del Mundo. En los últimos cuatros mundiales, la Celeste había alcanzado un cuarto puesto en 1970 y un último lugar en fase de grupos en 1974, quedando eliminada en las eliminatorias de 1978 y 1982. La última década estaba lejos de asemejarse a la rica historia del país y de satisfacer el paladar ganador del pueblo uruguayo.
Un auto para todos, menos para tres jugadores
Pese al escaso reconocimiento popular, al menos los jugadores se llevaron un premio material por la victoria. Previo a la final ante Brasil se dio un hecho particular, que no se había repetido en los partidos anteriores. Un conjunto de militares ingresó al vestuario del plantel Celeste a desear suerte. “En ese instante, Waldemar Victorino se pone de pie y les pregunta si nos podrían dar un premio si éramos campeones”, cuenta Ariel Krasouski.
Así fue. Los militares dijeron que iban a darles lo que ellos pidieran y Victorino no pidió otra cosa que un auto, por eso cada uno de los jugadores de ese plantel iba a recibir uno. En la película “Mundialito”, Fernando Álvez, arquero suplente, hace referencia a que cuando Uruguay estaba ganando 2-1 a Brasil se le acercó un militar y le dijo: “Lo de ustedes está arreglado”.
Uruguay se quedó con la copa y los jugadores obtuvieron los autos prometidos, pero hubo tres jugadores que no tuvieron premio. “A Hugo De León, a Jorge Siveiro y a mí no nos dieron el auto porque nos fuimos al exterior”, recuerda Krasouski que no pudo disfrutar del vehículo, pero sí de la consagración celeste. Según recordó el exjugador de Wanderers y Boca Juniors entre otros, todo se debió a que De León dio la vuelta olímpica con la camiseta de Gremio, su próximo club, y los militares decidieron castigarlo negándose a darle el premio a los jugadores que se fueran del país.
¿Se puede soñar con un Mundialito en el futuro? ¿Por qué no en 2030? Parece difícil con las responsabilidades de los equipos europeos y de sus patrocinadores, sobre todo si se plantea disputar en plena temporada del viejo continente, como ocurrió en 1980.
Porque el hecho es que, más allá de la oficialidad o no que le otorgue la FIFA, si se le consulta a un uruguayo acerca del Mundialito, seguro sabrá qué es y que lo ganó Uruguay, pero no lo recuerda como las grandes gestas que representan a su selección. Seguro recordará los dos Juegos Olímpicos (que incluso incluye entre las estrellas de su camiseta), los dos mundiales y las 15 Copas América pero no ese título de campeón de campeones. Tendrá un motivo por el que no es, ni será nunca, considerado como una de las gestas más importantes a pesar de la magnitud que tuvo en su momento.
*Fotografía: Wikipedia
Muy buena nota. Yo estaba en la Olímpica cuando salimos campeones con Brasil. Inolvidable. Y el triunfo fue inobjetable. Me acuerdo que yo quería una final con la Argentina de Maradona y Ramón Díaz. Tenía 10 años, gran recuerdo deportivo. Felicitaciones.
Yo como arentino tambien queria una final con Uruguay, Pero los alemanes cuando jugaron con Brasil el segundo tiempo fueron lamentables y e comieron 4 goles, y por esa diferencia de gol quedamos afuera de la final..siendo invictos..
Saludos cordiales
Los uruguayos no aprendemos más. Ni una mención a la actuación extraordinaria de Ruben Paz (elegido mejor jugador del torneo) y Venancio Ramos, los socios de un juego ofensivo exquisito…. si es por este artículo, Uruguay ganó gracias a su solidez defensiva únicamente, lo que no es ni remotamente cierto. Escribiendo esto el día que se cumplen 40 años de esa gesta extraordinaria, grotescamente olvidada (y por lo visto, mal relatada). En YouTube uno encuentra vídeos de excelente calidad de todos los partidos EXCEPTO los de Uruguay, y si quiere el partido entero de los jugados por Uruguay, se encuentra uno de un canal alemán (contra Holanda), otro árabe (contra Italia) y la final sólo por un canal brasileño. Somos nuestros peores enemigos, con su punto máximo en la bestialidad cometida en los 4 años del proceso hacia México 86, con los mejores jugadores de esta gesta olvidados (Hugo De León) o en en el banco de suplentes (Ruben Paz, Venancio Ramos).