Papel de regalo
No tenía maquillaje, ni estaba peinada. Estaba a punto de irse a la cama y, sin embargo, me regaló la misma sonrisa de siempre. La de los últimos 18 años. La bombilla de luz sobre el espejo del baño iluminó por completo su cara y,
No tenía maquillaje, ni estaba peinada. Estaba a punto de irse a la cama y, sin embargo, me regaló la misma sonrisa de siempre. La de los últimos 18 años. La bombilla de luz sobre el espejo del baño iluminó por completo su cara y,
Mientras espera que se apague la luz de la jarra eléctrica, Mario aprovecha para hablar en voz baja. Esos minutos son sagrados; como la espera del microondas o la luz verde Había aprendido a no apurarse, hasta podía manejar los movimientos de su propio cuerpo