Papel de regalo
No tenía maquillaje, ni estaba peinada. Estaba a punto de irse a la cama y, sin embargo, me regaló la misma sonrisa de siempre. La de los últimos 18 años. La bombilla de luz sobre el espejo del baño iluminó por completo su cara y,
No tenía maquillaje, ni estaba peinada. Estaba a punto de irse a la cama y, sin embargo, me regaló la misma sonrisa de siempre. La de los últimos 18 años. La bombilla de luz sobre el espejo del baño iluminó por completo su cara y,
Joaquín miraba el patio desde la ventana. Hoy, por algún motivo que no comprendía, le resultaba extraño verlo vacío, sin ningún niño corriendo por allí. Los imaginaba, en ese preciso instante, sentados en sus bancos, ansiosos, conversando entre ellos esperando que llegase el recreo. El
– Cerrá los ojos y pensá en algo lindo-, dijo la enfermera. No era tarea fácil. En este último tiempo, nada de lo que se le había cruzado por la cabeza podía considerarse lindo. Aun así hizo un esfuerzo. Pensó en su barrio en esa